´Vida y tiempo de Manuel Azaņa´, Santos Juliā

El historiador Santos Juliá, 68 años, publica Vida y tiempo de Manuel Azaña. 1880-1940, (Taurus), un trabajo que puede calificarse como el más completo sobre la figura de aquel intelectual que fue presidente de la Segunda República. Junto con la reciente publicación de los siete volúmenes de las obras completas de Azaña, editadas también por Santos Juliá en Taurus, cabe afirmar que hoy lo sabemos casi todo de aquel prolífico escritor, pensador, político y orador.

"Con esta biografía me despido de Azaña, no sea que vaya a ser fagocitado por él", declara Santos Juliá, para quien la biografía que acaba de publicar viene a confirmar, entre otros aspectos personales y literarios, que "desde muy joven, Azaña era un demócrata antes que un republicano", entendiendo por democracia "un Estado que acaba con la tutela del ejército o de la Iglesia, un Estado laico cuyo gobierno sólo rinde cuentas ante el Parlamento y no ante el rey".

Santos explica que Azaña pertenece a una generación modernizadora que, además de poblar España de ingenieros, arquitectos, médicos y profesionales, tiene una nueva concepción de la nación y de la patria, distinta de la de la generación del 98, que era muy esencialista. "Para Azaña, la nación es una invención basada en una tradición corregida por la razón, mientras que la patria es el espacio de mi libertad. Por tanto, el modelo territorial que defiende es el de la convivencia sobre categorías universales humanas y no sobre una supuesta identidad española".

El autor explica que Azaña era un francófilo al que acusaron de antipatria y anti-España. "Pero tampoco fue un jacobino, como se le acusó desde otros ámbitos", explica Juliá. "Escribió que, con la guerra de la Indepedencia, España tuvo ocasión de convertirse en un Estado unitario, según el modelo francés. Pero no lo hizo, ni podrá hacerlo. Azaña empezó a reflexionar en 1918 sobre los hechos diferenciales, culminando su pensamiento en el célebre discurso en las Cortes en 1932, cuando razona por qué los catalanes tienen derecho al Estatut".

Azaña terminó enfrentándose duramente a los catalanes por diversas circunstancias. "La primera, cuando el 6 de octubre de 1934, que le coge en Barcelona, se le atribuye estar preparando la Tercera República. La segunda razón es que, tras la sublevación militar, considera que Companys ha cedido por completo ante la FAI. La tercera razón de aquel distanciamiento fue el intento, al final de la guerra, de ERC de negociar una paz con Franco a través del Foreign Office y por su cuenta. Pero en todo este tiempo él no dejó de conversar con dirigentes nacionalistas como Carles Pi i Sunyer o Companys".

Santos Juliá explica que el laicismo de su biografiado forma parte del programa del partido reformista en el que militó desde joven. Pero que tomó fuerza durante la dictadura de Primo de

Rivera por el inmenso poder que adquirió entonces la Iglesia, especialmente en la enseñanza. Cuando llegó la República, "la ley de órdenes religiosas provocó una potente reacción católica que, finalmente, apostó en su mayoría por el golpe. Azaña no supo prever el problema porque se vivía en la confusión provocada por el tono festivo y popular que tuvo el advenimiento de la República. Creían que España era toda republicana y que no había marcha atrás. Se equivocó".

Sobre la transversalidad de Azaña, que tanto pueden leer hoy José María Aznar como José Luis Rodríguez Zapatero, Santos Juliá explica que la ideología de su biografiado es la de la izquierda española que, en algunos aspectos, puede ser asumida por la derecha más centrada. "Azaña es un reformista que compagina la idea del liberalismo con la justicia social y que la clase obrera debe participar en la gobernación del Estado". "Creo que la lectura de Azaña por parte de Aznar tuvo un recorrido breve: el que le sirvió para ganar las elecciones de 1996".

3-XII-08, J.M. Sòria, lavanguardia