´Es la geografía´, Xavier Batalla

La geografía pesa, incluso en un mundo globalizado. La política puede cambiar la geografía con las inversiones, ya sea para modificar el curso de los ríos o para urbanizar un bosque. Pero la geografía también influye en la política. Las naciones con salida al mar, por ejemplo, han sido pioneras en la economía de mercado, por delante de las mesetarias, que han acostumbrado a organizarse jerárquicamente. India es extensa, tiene una costa interminable y su democracia es una adaptación práctica para defenderse de la geografía.

La geografía dicta la política exterior de India. Cuando se habla de su arsenal nuclear, lo habitual es que se piense en Pakistán, enemigo histórico con el que ha librado tres guerras desde la independencia y partición del subcontinente, en 1947. Pero por ahí no van los misiles. La causa de la bomba atómica india fue el arsenal de China, su gigante vecino. Los indios no han olvidado la derrota de 1962, cuando China se impuso en una guerra fronteriza, y tienen presente que los chinos ocupan la región de Aksai y no han renunciado al estado de Arunachal Pradesh.

Los otros vecinos de India no son gigantes pero también quitan el sueño. Nepal, después del acceso al poder de los maoístas, es contemplado como un peligro por Nueva Delhi, que ya sufre sus propios maoístas. Bután, Birmania y Bangladesh son refugios de los grupos separatistas del norte de India. Esto explica el apoyo que la democracia india brinda a la dictadura birmana, que combate a los insurgentes indios. Y la guerra civil que se libra en Sri Lanka desde hace veinticinco años también dispara las alarmas: los tamiles, que quieren tener su propio Estado, asesinaron en 1991 al primer ministro indio Rajiv Gandhi y su lucha puede contagiar a los tamiles (unos 60 millones) que habitan en el sur de India.

El principal conflicto está localizado, sin embargo, en la frontera de India con Pakistán, una república islámica. India y Pakistán mantienen un conflicto que, por su irracionalidad, pondría los pelos de punta a Kant. Cachemira, de mayoría musulmana, pasó a ser parte de India en 1947 porque Nueva Delhi presionó a su marajá, un hindú, para que no se uniera a Pakistán, que desde entonces pide la celebración de un referéndum, como hizo una resolución de la ONU en 1949. Los indios replican que Pakistán patrocina el terrorismo.

Cachemira está partida en dos, aunque Pakistán, para tocarle las narices a India, cedió una porción a China. Y en lo más alto de este territorio, en el glaciar de Siachen, a unos siete mil metros de altitud, los soldados indios y pakistaníes se vigilan unos a otros, pero sobre todo mueren de frío. ¿Por qué India no acepta celebrar un referéndum en una región mayoritariamente musulmana? Porque la posible separación del territorio desataría las otras y numerosos fuerzas secesionistas. Cachemira es una prueba de cómo la política se resiste a cambiar la geografía.

7-XII-08, Xavier Batalla, lavanguardia