īLa hora de la verdadī, Xavier Bru de Sala

Unanimidad. El PSC y el PSOE se están poniendo a prueba, con unanimidad de forma y fondo en ambas orillas. Si en la de aquí queda clara la prioridad de Catalunya y la defensa de sus intereses, en la otra están todos de acuerdo en someter a los compañeros catalanes, en aras de un interés general administrado únicamente desde la capital. Al reiterado trágala y menosprecio de la Moncloa y el Gobierno, responde el PSC anunciando un cambio de las relaciones en caso de nuevo incumplimiento. Se acerca la fecha límite para un acuerdo en materia de financiación. De lo contrario, habrá consecuencias.

Nose sabe cuáles en concreto, pero las habrá. Con el agravante de que el plante catalán puede ser imitado en un futuro por los socialistas de otras comunidades.

Sean las que sean, y por mucho que Zapatero se empecine en negar la evidencia y silbar hacia otra parte, las consecuencias no serían agradables para el PSOE y su cohesión interna.

Antes de explorar en qué puede consistir la reacción del PSC auna falta de acuerdo, veamos si, esta vez, la amenaza es creíble. ¿Hasta qué punto, cabe preguntarse asimismo, la unanimidad exhibida esta semana no se resquebrajaría en el momento de concretar las consecuencias? Desde luego, el precedente inmediato no invita a prever que van a cumplir. En efecto, la amenaza de no votar los presupuestos generales del Estado si no se resolvía la financiación, estaba fuera de lugar. No se ha materializado porque era de imposible cumplimiento. Ha sido interpretada como una bravata. Asimismo, el PSC acaba de votar con el PSOE, contra la financiación municipal, contra su votación anterior en Catalunya, que ya es claudicar. Sin embargo, y en buena parte precisamente por los precedentes, esta vez la amenaza sí resulta creíble. So pena de renuncia, por parte del PSC, a la autonomía política en su propio ámbito. En buena lógica, no hay vuelta atrás. O financiación, o cambio en las relaciones con el PSOE, o harakiri del PSC.

Un cambio modulado. El PSC es un partido responsable que rechaza las aventuras. Nadie habla, pues, de ruptura, pero sí puede haber congelación, o asunción por las buenas de mayores cotas de autonomía en Madrid. ¿Retirada de los dos ministros del PSC? ¿Abstención futura en el Congreso que dejaría en minoría al PSOE? No se espera que llegue a tanto, el zapatazo al presidente del Gobierno y a Ferraz sí debería ser significativo y duradero, no de cara a la galería. No se puede pasar la maroma eternamente. No se puede tirar siempre de la cuerda por ambos lados sin que nadie afloje. No es posible surfear la hora de la verdad como si fuera la ola de la verdad. Con la sumisión, el PSC tiene mucho que perder y nada que ganar. Si no aflojan, al PSOE y a Zapatero les va a doler. Lo más probable, esbozado el panorama, es que haya acuerdo. Avances significativos antes de finalizar el año, por lo de salvar el honor del PSOE, con firma y foto final en enero. Ano ser, conociendo un poco al president Montilla, que se salga una vez más con la suya y consiga el objetivo en el plazo señalado.

Después llegarán otras horas de la verdad: cercanías, aeropuerto, Agencia Tributaria y lo que quieran añadir. La agenda no termina con la financiación. La tensión está servida y asegurada. Viene de lejos y va a durar. No es consecuencia de un cambio de actitud del PSOE, sino de su coherencia de fondo. La primavera federalista de Zapatero fue un paréntesis de corta duración. Ahora hemos dejado atrás el otoño y estamos en un invierno que puede significar hibernación.

La presión sobre los socialistas catalanes es grande. Hasta se apunta a incrementarla el PP de Catalunya, tildando al PSC de sucursalista. Lo que, dejando aparte que se pone en evidencia, pues el PP es, de largo, el más sucursalista de los partidos catalanes, es en el fondo positivo, pues contribuye a la formación de una voluntad colectiva de la que el propio PP no podría quedar al margen.

Todo lo que ocurre proviene de la nueva etapa del PSC, al haber asumido la presidencia y buena parte de las conselleries más significativas del Govern. Aunque ERC sufra en forma de merma de su base electoral la decisión de entregar la Generalitat a los socialistas, la estrategia está dando resultados, pues es muy distinto observar desde la barrera cómo CiU aguanta las cornadas de los sucesivos gobiernos centrales, a sufrirlas en sus propias carnes. La dinámica es muy otra e implica a toda Catalunya.

Acabe como acabe esta hora de la verdad, habrá un antes y un después. De facto, ya estamos entrando en el después. O el PSOE se toma en serio al PSC - aunque no lo manifieste-,o seguiremos en las mismas, con una escalada progresiva de la tensión. El PSC no puede abandonar, no ya el Govern, que algún día le tocará, sino la posibilidad de situarse en condiciones parecidas a las de CiU para gobernar Catalunya. Más pronto o más tarde, el PSOE deberá acomodarse a ello, so pena de romperse. Lo cual va a resultar positivo tanto para España, aunque a Madrid le cueste entender, como para Catalunya.

19-XII-08, Xavier Bru de Sala, lavanguardia