Rajoy mueve pieza ante las elecciones (vascas y) europeas

La designación de Jaime Mayor Oreja como apuesta de Mariano Rajoy para encabezar la candidatura del Partido Popular en las elecciones europeas del próximo mes de junio es, por encima de cualquier otra cosa, una apuesta a la defensiva. No forma parte de su equipo de colaboradores políticos, estuvo entre los dirigentes del partido que promovieron su relevo tras la derrota en las últimas elecciones generales y, finalmente, transmite a la opinión pública la idea de un partido en el que siguen mandando los mismos rostros de finales de los años ochenta. Dichas las desventajas, Mayor también tiene a su favor algo que se está revelando en los últimos sondeos de un enorme valor: estar en condiciones de competir con una hipotética sangría de votos hacia el partido de Rosa Díez, al que encuestas como la de La Vanguardia del pasado 2 de enero situaban como tercer partido en intención de voto, por encima de IU, y con posibilidades de captar el 5% de los sufragios. Es muy probable que la decisión de Mariano Rajoy también tenga que ver sobre todo con su firme determinación de disputar por tercera vez la presidencia del Gobierno a José Luis Rodríguez Zapatero. En este cálculo, Rajoy puede haber tenido en cuenta que un buen resultado de Mayor también es un triunfo suyo - antes se habrán celebrado los inciertos comicios de Galicia y Euskadi, el 1 de marzo-y, por el contrario, de unos malos datos en las europeas también serán responsables los sectores más críticos.

Era el mensaje mejor guardado, y había hasta quien tenía toda la munición preparada para el caso de que el elegido fuera otro. Pero el presidente del PP ha preferido ir sobre seguro y blindar su futuro al decidir repetir y colocar a Jaime Mayor Oreja al frente de la candidatura del PP para las elecciones europeas.

El hecho de que Rajoy vaya a proponer al comité ejecutivo que el designado sea el ex ministro del Interior, pese a pertenecer al ala dura del partido, en consonancia con la línea de María San Gil o de dirigentes populares como

Esperanza Aguirre, y con planteamientos alejados de la línea de moderación y apertura con la que el líder popular ganó el congreso del PP, no es tanto un rasgo de generosidad e integración como un claro intento de cubrirse las espaldas: si el PP pierde las elecciones europeas, no sólo las pierde Rajoy, con lo que más de uno iba a pedir su cabeza al frente del partido, sino que las pierde también la línea dura, con lo que los críticos del PP, con Esperanza Aguirre a la cabeza, no podrán echarle la culpa, en solitario, a Mariano Rajoy.

Bien es verdad que si Mayor gana las elecciones, la línea dura siempre podrá restregarle a Rajoy, en adelante, que es esa línea la que debe seguirse si se quieren ganar unas generales, y no la de "ambigüedad" que utiliza Rajoy, que es lo que le reprochan un día sí y otro no al presidente del PP para socavar su liderazgo.

La petición de una línea más dura, sobre todo en asuntos como el del terrorismo, ha sido la constante del sector crítico a Mariano Rajoy, y la propia Aguirre abrió la caja de los truenos en las relaciones con el PSOE cuando en diciembre insinuó que cabía sospechar que el Gobierno podía estar pensando en volver a negociar con ETA, una argumentación que el presidente del PP se encargó de desmentir.

El discurso sobre la unidad de España, unido a las críticas al nacionalismo, es la otra característica que encarna la figura de Jaime

Mayor Oreja y por la que Rajoy ha decidido que el político vasco repita al frente de la candidatura europea del PP. En vísperas de que el Tribunal Constitucional emita su sentencia sobre el Estatut, que podría dar lugar a distintas interpretaciones, el PP tendrá con Mayor Oreja una voz clara que llegue a los votantes populares sin ningún tipo de disimulo sobre lo que en realidad piensa el PP. Un discurso claro con el que Rajoy pretende también frenar el ascenso en votos del partido de Rosa Díez, que las encuestas revelan que se produce a costa del PP.

5-I-09, C. del Riego, lavanguardia