"#FreePeltier", Pilar Rahola

Los pequeños gestos, casi imperceptibles, pero que sumados alcanzan multitudes. Pienso en ello mientras escribo un hashtag en mi mano, pido que me hagan una foto y la cuelgo en mi Instagram. Después, la sensación de inutilidad, de qué servirá, quién soy, alguien al otro lado del océano, tan distante en kilómetros, como ajena a su infatigable causa, quizás una intrusa que no tiene nada que aportar. Pero en estos tiempos de conexión planetaria, con las ideas del mal viajando por las autopistas internáuticas, tiene sentido que también viajen juntas las ­ideas del bien, y si una mano en una red social se suma a millones de manos que defienden una misma verdad, a lo mejor se mueve un poquito el mundo.

Resultat d'imatges de freepeltierAhí estoy, pues, con mi #FreePeltier asomando por mi Instagram, enviando un granito de solidaridad a un hombre que hace 43 años que está encarcelado (16 años más que Mandela) en el penal de máxima seguridad de Coleman, en Florida, y que ahora, con 74 años, operado de corazón, con diabetes y ciego de un ojo, sufre un aneurisma aórtico abdominal que podría situarlo al borde de la muerte.

A pesar de ello, las autoridades se niegan a excarcelarlo, alegando que pesa sobre él una doble cadena perpetua, por la muerte de dos agentes del FBI en un tiroteo, y tampoco permiten trasladarlo desde Florida, a 2.100 kilómetros de su casa, a la cárcel de Oxford, en Wisconsin, el estado donde vive su familia.

A partir de aquí, el suplicio de Leonard Peltier, miembro del Movimiento Indio Americano, y, según Amnistía Internacional, el “preso de conciencia más antiguo de América”, es un relato que pone en jaque la justicia norteamericana y que ha movilizado la solidaridad de gentes de toda condición, que lo consideran el Mandela sioux. El propio Mandela, pero también Rigoberta Menchú, el Dalái Lama o Desmond Tutu intercedieron por él ante la Casa Blanca. El escritor Peter Matthiessen escribió un libro desgarrador, En el espíritu de Caballo Loco, que desgrana las múltiples irregularidades del juicio, y Oliver Stone filmó una entrevista a un encapuchado que aseguraba ser el auténtico responsable de las muertes que lo condenaron. A pesar de que Peltier negó cualquier implicación en las muertes, su condena por el tiroteo en la reserva de Pine Ridge se basó en el testimonio de una india que lo señaló, pero que después se desdijo aduciendo coacciones del FBI. El juez no le permitió declarar en el juicio, y con esa precariedad de pruebas, Peltier lleva 43 años en la cárcel. Ahora su salud ha hecho saltar las alarmas de la solidaridad y la percepción de estar ante una brutalidad judicial, que ha destruido la vida a un hombre por defender la causa india, es un clamor.

Ahí está, pues, mi mano en una red social, minúscula, imperceptible, tal vez banal. Pero es una mano sumada a miles de manos que levantan su grito de solidaridad. Quizás tenga algún sentido.

#FreePeltier.

01/03/2019 - lavanguardia