atentados en Sri Lanka: (y los puertos de) Hambantota, Trincomalee, ...

Los atentados de Sri Lanka abortan el ejercicio naval de EE.UU. en la isla

  • La Marina abandonó ayer el puerto srilankés de Hambantota, hecho por China
, Estambul. Corresponsal

23/04/2019 -lavanguardia

La víctima más discreta de la salvaje cadena de atentados del domingo en Sri Lanka es la Armada de EE.UU. La Marina estadounidense suspendió ayer las maniobras conjuntas en el puerto de Hambantota, al sur de la isla, que debían prolongarse hasta el viernes.

“Todo el personal estadounidense implicado en las maniobras está sano y salvo y abandona el país”, dijo ayer un portavoz de la Séptima Flota a la revista militar Stars & Stripes. Una salida precipitada, puesto que los barcos de guerra –el destructor USS Spruance y la nave de transporte USNS Millinocket– atracaron apenas el viernes pasado en el controvertido puerto construido y gestionado por China. Curiosamente, uno de los focos de la misión debía ser el entrenamiento antiterrorista.

Esta era apenas la segunda vez –la primera vez fue en el 2017– en que la marina de Sri Lanka se unía a las maniobras Carat, que Estados Unidos realiza anualmente con aliados del Sudeste Asiático desde hace ya veinticinco años. Un giro importante para un país que formaba el núcleo duro de los no ­alineados y que desde la década pasada había ido escorándose ­hacia China, que no hacía muchas preguntas sobre los métodos antiterroristas del gobierno de Co­lombo.

Aunque la lucha a muerte con los Tigres Tamiles obligó al anterior presidente Mahinda Rajapaksa a abrir la mano a la US Navy ya en el 2007, el verdadero giro en la relación militar se produjo a partir del 2015, cuando su compañero Maithripala Sirisena se impuso primero en el partido y luego como presidente.

Cabe decir que Hambantota es el feudo de Rajapaksa, que esti­muló la intervención china, levantando a su vez grandes suspicacias en la vecina India. Sri Lanka es una pieza clave en la nueva ruta marítima de la Seda, concebida por ­Pekín.

Sirisena ha reequilibrado la relación en favor de India respecto a China, para sosiego de Nueva Delhi. Actualmente, el número de barcos de guerra indios y japoneses que atracan en sus aguas supera en mucho al de barcos chinos. Entre tanto, Washington parece haber descubierto algo que Londres nunca olvidó. Que el puerto de Trincomalee, en la zona más tamil del este de la isla, es el segundo mayor puerto natural de aguas profundas del mundo y el mejor de Asia. Óptimo además para submarinos nucleares.

El pasado diciembre, el portaaviones estadounidense USS John C. Stennis, de propulsión nuclear, atracó en Trincomalee y varios medios empezaron a hablar del codiciado puerto como centro logístico para la flota estadounidense en el Pacífico y llave de acceso al Índico, en coordinación con la base de Diego García.

EE.UU. vuelve a soñar con una base. No hay que olvidar que frente a las costas de Sri Lanka pasa el 30% del tráfico mundial de contenedores, el 30% de los petroleros y, sobre todo, el 90% del petróleo con destino a China.

Sin embargo, el acercamiento a Estados Unidos podría haber ido más allá, no sólo de lo que desearía China –y su aliado, Pakistán– sino de lo que desearía la misma India, cuyos tratados con Colombo desde 1987 excluyen expresamente el uso de sus puertos contra los intereses de seguridad de Nueva Delhi. Pranab Mukherjee, ministro de Exteriores antes que presidente de India, dijo en referencia a Sri Lanka: “No vamos a tolerar actores internacionales en nuestro patio trasero”. Aunque Mukherjee no es Modi.

Si bien la cadena de atentados del domingo todavía está envuelta de enigmas y no ha sido reivindicada, de lo que no hay duda es de que no obedece a causas internas, sino de un radio mucho mayor. Los atentados del domingo contra hoteles de cinco estrellas de Colombo frecuentados por extranjeros y contra iglesias –una de ellas precisamente evangélica, algo poco habitual en Sri Lanka– no es necesariamente un mensaje con un destinatario claro. Pero la US Navy ha reaccionado, por si acaso, como si lo fuera.