*El mar Negro*, Neal Ascherson

Ebook EL MAR NEGRO EBOOK de NEAL ASCHERSON | Casa del Libro   Libro El Mar Negro: cuna de la civilización y la barbarie, Ascherson, Neal,  ISBN 48022880. Comprar en Buscalibre   Libro. El mar Negro. de Ascherson de segunda mano por 20 EUR en Revilla de  Camargo en WALLAPOP

El mar Negro

Del siglo de Pericles a la actualidad
Temática: Historia
Colección: Tiempo de Memoria
Traductor: María Luz García de la Hoz
Número de páginas: 368

Sinopsis de El mar Negro:

Un apasionante recorrido por una de las zonas de mayor interés geopolítico del planeta.

Siguiendo un itinerario que va rodeando este extraño mar interior, El mar Negro abarca cronológicamente desde la época de Heródoto hasta Yeltsin, desde la expedición de los argonautas en busca del vellocino de oro hasta la última década del siglo XX y la caída de los estados comunistas. Ascherson, en su recorrido, revela así al lector, con la amenidad de un libro de viajes, los numerosos secretos de una región en la que, como los Balcanes, los conflictos parecen sempiternos, y en la que comparten mar países tan dispares como Turquía, Georgia, Armenia, Rusia, Ucrania, Rumania, Bulgaria y Grecia. Reconstruye además ante nosotros un microcosmos a partir de apuntes antropológicos e investigaciones arqueológicas, sin olvidar contarnos memorables historias de gentes de todos los tiempos, como la de un oscuro orador del siglo II o la de un fascinante espía polaco en tiempos del auge del nacionalismo en el siglo XIX.

 Neal Ascherson (Edimburgo, 1932) estudió historia en la Universidad de Cambridge y ha sido corresponsal en Asia, África y Europa del Este del diario The Observer. Por El mar Negro recibió el Saltire Award en 1995 y el Los Angeles Times Book Prize for History en 1996.

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EL MAR NEGRO – Neal Ascherson

EL MAR NEGRO - Neal Ascherson«Cada quien denomina barbarie a aquello que no es a su usanza»(Montaigne).
 
El mar Negro es en gran medida un mar muerto. En él desaguan cinco grandes ríos que arrastran consigo una considerable masa de materias orgánicas, excesiva para las bacterias marinas que debieran descomponerlas. Necesitadas de oxígeno -en un proceso del que Neal Ascherson informa brevemente-, estas bacterias acaban por producirlo de un modo que genera una de las sustancias más mortíferas de la Tierra: el gas conocido como ácido sulfhídrico. El mar Negro es el mayor depósito planetario de este gas; no hay vida en él bajo los 150 o 200 metros de profundidad y el 90% de su volumen es estéril. Pero en la superficie y en las costas, vida e historia han tenido un escenario preponderante.
 

Una gran cantidad de pueblos se ha beneficiado de la riqueza en recursos alimenticios de este mar; pueblos que a lo largo de muchos siglos se han congregado en el litoral y en los territorios aledaños, configurando un verdadero muestrario étnico mas no, al decir de Ascherson, un modelo aprovechable de comunidad multirracial o pluricultural. La tumultuosa historia del entorno del mar Negro ofrece un testimonio fehaciente de que convivencia no es sinónimo de maduración solidaria. 

Neal Ascherson (n. 1932, Edimburgo) es historiador, arqueólogo y periodista. Se ha desempeñado entre otras cosas como corresponsal extranjero para medios británicos, especializándose en temas de Europa oriental (sobre los que ha publicado algunos libros); fue también editor de una revista de arqueología de corte académico.  En El mar Negro, libro cuya edición original data de 1995, efectúa un recorrido por la porción de historia que se ha dado cita en torno de dicho mar,  en un amplio arco temporal que va desde el siglo VII a.C. hasta los días del gobierno de Boris Yeltsin, en 1993. Recorrido singular puesto que el libro no es un manual de historia ni se ciñe a una secuencia cronológica lineal sino que procede a saltos, avances y retrocesos, tanto temporales como temáticos. Esto, conforme progresa la marcha in situ del autor por el entorno costeño: parte en Crimea, se dirige hacia el este hasta Georgia y luego retrocede hacia el oeste, desembocando en Estambul. El itinerario, hay que decirlo, no es exhaustivo; el propio Ascherson dista de considerarse un trotamundos y advierte que Turquía, Rumania y Bulgaria reciben menos atención de la que merecen. Aunque algo de libro de viajes contiene, El mar Negro es ante todo un ensayo que en lo medular da cuenta de una vívida exploración intelectual en pos del problema de la identidad colectiva y las relaciones con los otros, en el marco geográfico e histórico especificado.

«En las costas del mar Negro nacieron dos hermanos siameses llamados civilización y barbarie», sostiene el autor. La dicotomía «civilización y barbarie», surgida de un acto griego de construcción de imaginario (por su propia naturaleza, una iniciativa  del todo unilateral), inspirará el discurso etnocentrista de raigambre occidental. La referencia hecha en la Ilíada al habla supuestamente balbuciente e inarticulada del pueblo de los carios contiene en germen el fundamento de dicho discurso, con su característica lógica centro/periferia y su reducción del «otro» al estereotipo. Será al calor de las guerras médicas que comience a operar ya de modo decidido la identificación de la «alteridad», el ser otro de los llamados bárbaros -definido primariamente por su habla no griega-, con «inferioridad». Dado este crucial paso, y con el refuerzo provisto por la ideología o discurso del orientalismo, aquellos que pasen por «bárbaros» proporcionarán el contraste que confirme la superioridad de los autodenominados «civilizados». 
 
No todo el libro se ocupa de esta materia, pero sí reside en ella y en el problema de la nacionalidad y las identidades culturales su motivo central. El mar Negro funciona en importante medida como un alegato contra la exaltación rabiosa de las particularidades locales  y como denuncia del prurito de homogeneidad étnica que anima a movimientos de índole nacionalista, aparte de motivar la implementación de políticas gubernamentales de índole asimilacionista. En uno de sus pasajes, en el que medita acerca de los cosacos («sentirse cosaco es sufrir una terrible crisis de identidad»), Ascherson ironiza sobre lo que se puede considerar como «complejo de centinelas avanzados»: el arrogarse, un pueblo cualquiera,  la calidad de guardián de tal o cual patrimonio cultural, creerse custodio de una cierta tradición o sistema de valores y creencias -cuando no de toda una civilización-. Un complejo que oculta tanto como revela una situación de indeterminación e inseguridad identitaria (tal sería el caso de los cosacos). En el presunto centinela, Ascherson detecta dos «síndromes alucinatorios»: una percepción tergiversada y paranoica del mundo exterior, y el síndrome del dominio, consistente en que el centinela debe continuamente recordarse que ejerce su poder sobre unos otros subalternos. 
 
Por las páginas de El mar Negro transita multitud de escenas históricas, personajes y situaciones hábilmente orquestados por el autor. Sus comentarios se nutren de disciplinas como arqueología, antropología, ciencia política, historia, mitología y literatura, plasmando un acucioso aparato reflexivo. Tan pronto nos topamos con Heródoto como con la fundación de Odessa a fines del siglo XVIII o con las deportaciones de etnias minoritarias ordenadas por Stalin; tan pronto, según convenga a cada etapa de la andadura emprendida por Ascherson. El paso por Crimea, por ejemplo, le sugiere la consideración de sucesivas empresas de colonización efectuadas en la península, culminando en los devaneos pseudohistóricos de los nazis con la idea de restaurar un (presuntamente) perdido reino gótico. Sabemos en otro pasaje de las resonancias del nacionalismo polaco en la región y de las andanzas de escritores como Mijaíl Lérmontov, autor de la célebre novela Un héroe de nuestro tiempo, y Adam Mickiewicz, el poeta nacional de Polonia.

Objeto de atención son también los movimientos migratorios, relaciones comerciales y choques entre pueblos verificados en torno al mar Negro; el conocimiento existente acerca de pueblos antiguos asentados en la región (escitas, sármatas, jázaros y otros), refiriendo fuentes clásicas y hallazgos arqueológicos recientes; las aristas ideológicas de diversas expresiones del nacionalismo y expansionismo ruso –zarista, soviético y postsoviético-; el fin de la URSS y el estallido de conflictos étnicos (de los que la guerra en Abjasia es sólo un ejemplo), etc. Todo lo cual habla no de dispersión sino de amplitud temática, coherente y perfectamente consecuente con el plan que preside el libro.

En mi opinión, un trabajo que proporciona una lectura cuando menos estimulante.
 
Neal Ascherson, El mar Negro. Tusquets, colección Tiempo de Memoria. Barcelona, 2001. 356 pp.