"Sórdida y rampante corrupción", José Antonio Zarzalejos

Puede ser que la corrupción resulte posible por fallos estructurales en los mecanismos de control del sistema en los distintos niveles de las administraciones públicas; también por cierta benignidad en las penas y demasiados paliativos en los enjuiciamientos penales de conductas reprobables. Pero no nos engañemos: el quid de la cuestión reside en acentuar la intolerancia social hacia los corruptos. Resulta un auténtico esoterismo democrático que los electores, a sabiendas de tropelías sin cuento, sigan votando a presuntos delincuentes que se encaraman en listas de partidos a los que no parece importar acogerlos. Es en estos dos aspectos - sociedad permisiva y partidos conniventes-en los que reside el verdadero problema de la corrupción. Y son esos dos aspectos los que configuran un sistema político menos maduro y más tosco democráticamente en relación con los de nuestro entorno. Acabamos de ver como en Alemania dimite el jefe del Estado por una cuestión que en España sería menor y como en Islandia se juzga por imprudencia temeraria a su ex primer ministro, que no actuó ante la explosiva situación de riesgo de los bancos del país. Nos queda mucho por aprender en términos de autenticidad democrática.

8-III-12, José Antonio Zarzalejos, lavanguardia