"Transparencia", Cristina Sánchez Miret

Este viernes el Consejo de Ministros ha aprobado la ley de transparencia, que sitúa España en el mapa de los países democráticos –cuando menos europeos–, dado que era de los pocos que no la tenía. Esta ley –que todavía no lo es– empieza su camino con la novedad de que a partir del lunes se abrirá a audiencia pública, a fin de que la ciudadanía digamos la nuestra. Es necesario que lo hagamos; no sólo por todo lo que ha pasado, sino por todo lo que puede seguir pasando según cómo se haga y según la lentitud con la que se implemente.

De entrada, enhorabuena por la iniciativa; aunque sea una lástima que no se dé de oficio esta transparencia. Es escandaloso que haya tardado tanto, y que tantos antes no hayan aprovechado la ocasión de gobernar para llevarla a cabo. Pero hay cosas que me preocupan de la nueva ley, a partir de las primeras informaciones que tengo sobre ella.

En primer lugar, ¿por qué cuando se prueba que hay infracciones en materia de gestión económica y presupuestaria de fondos públicos se puede solucionar con el pago de una multa o sólo se inhabilita como máximo 10 años? ¿Por qué no es, automáticamente, de por vida? ¿Qué confianza da que vuelva a administrar dinero público alguien con este precedente? ¿Y por qué no es con carácter retroactivo? Que no haya existido la ley no exime de la obligación.

En segundo lugar, no me ha quedado claro –y espero que sea un error mío– qué pasará con el dinero malgastado –o malversado– o con las deudas contraídas. ¿Se devolverá? ¿Será así o no? ¿O seguirá siendo para algunos –demasiados–, a pesar de la nueva ley y las penas de prisión, la vía de trabajar en la administración pública una buena manera de aumentar el patrimonio personal y familiar? Hemos visto muchos casos de gente imputada; menos –pero también– de gente condenada; y, bien pocos –por no decir ninguno– de retorno a las arcas del Estado de aquello que se ha robado o se ha malgastado.

En tercer lugar, me preocupa que no sea lo bastante extensa. ¿Por qué queda fuera la Casa Real? El dinero público lo es vaya donde vaya. La transparencia tiene que llegar a todas partes. Hoy por hoy es una vía imprescindible para sanear las instituciones democráticas y quedarse corto o hacerlo a medias sólo supone seguir debilitando el sistema en su conjunto.

25-III-12, Cristina Sánchez Miret, lavanguardia