Rosaria Capacchione, el otro caso Saviano

Rosaria Capacchione, autora del libro ´L´oro della Camorra´, vive con escolta desde el pasado marzo por amenazas mafiosas.

La Camorra pisotea la legalidad, asfixia la economía y aborrece la literatura. El escritor Roberto Saviano, autor de Gomorra,dio eco internacional a las actividades delictivas de la mafia napolitana. El libro le valió amenazas de muerte de los camorristas, por lo que desde hace dos años vive con escolta. Ahora, salvando distancias, su historia se repite en alguien a quien él conoce. Desde el pasado marzo comparte ese destino de persona amenazada otra autora antimafia, Rosaria Capacchione, periodista del diario Il Mattino,que acaba de publicar el libro L´oro della Camorra (editorial Rizzoli), sobre la expansión económica de esa organización criminal.


Rosaria Capacchione

Capacchione, de 48 años, escribe sobre la mafia desde que en 1986 entró a trabajar en la delegación que dicho rotativo napolitano tiene en Caserta, en cuya provincia campa el potente clan de los Casalesi, retratado por Saviano en Gomorra."Saviano es mucho más joven que yo, dichoso él - cuenta Rosaria Capacchione al teléfono desde Caserta-.Nos conocemos de cuando él empezaba en este oficio con el entusiasmo de los jóvenes. Después, él se ha hecho muy famoso. Pero ya teníamos poco trato, porque hay demasiada diferencia de edad".

Los Casalesi - así llamados por la localidad de Casal di Principe-quieren matarlos a ambos; eso los une. El 13 de marzo, en una audiencia del proceso Espartaco - la persecución judicial contra la cúpula del clan, culminada en junio con la ratificación de 16 condenas a cadena perpetua-,un abogado leyó una misiva inquietante y amenazadora. En ella, los capos Francesco Bidognetti (entre rejas) y Antonio Iovine (prófugo) citaban a Capacchione junto a Saviano y al fiscal Raffaele Cantone (ambos con escolta) como personas que intentaban influir en los jueces. Al poco, el Ministerio del Interior decidió dar escolta también a Capacchione.

"Desde entonces, en casa puedo estar sola, pero cuando salgo, dos policías me acompañan - explica-.Nos las arreglamos para que pueda seguir trabajando, porque yo cubro tribunales y crónica negra, tengo fuentes confidenciales. Trato de hacer esas entrevistas en lugares protegidos, y así los escoltas pueden apartarse".

De ese modo trabaja esta valerosa napolitana -soltera y sin hijos por quienes temer, como ella misma dice-, pese a que, en realidad, los Casalesi se la tienen jurada desde hace 17 años. En 1991, el capo Francesco Schiavone, alias Sandokan - actualmente en prisión-,se puso fuera de sí cuando, tras recobrar un campo que le había sido secuestrado por mafioso, el tribunal consiguió anular esa devolución gracias a un artículo en el que la periodista desmontaba la complaciente sentencia.

Las manifestaciones contra la mafia pueden irritar culturalmente a los camorristas, pero que les toquen los negocios les saca de quicio. "La policía debe detener a los pistoleros, pero faltan expertos en indagar cómo circula el dinero mafioso - arguye Capacchione, que en su libro relata cómo los camorristas se han convertido en hábiles hombres de negocios-.La gente debe saber que determinados comercios y empresas son del clan, y que sus productos ni siquiera son buenos".

Tras la afrenta de 1991, los Casalesi aparcaron su plan de matar a Capacchione porque, según contó a la justicia un arrepentido,"tenían cosas más urgentes que hacer". El proceso Espartaco, y ahora el libro, han reavivado su ira. "No pienso en la muerte - confiesa Rosaria-.Moriré como todos los humanos; cómo, cuándo y por qué, no lo sé. Si ese temor condicionara mi vida, habría dejado este trabajo hace años".

26-XI-08, M-P. López, lavanguardia