España cañí -52: la imagen de los españoles que tienen en Nueva York

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En la calle 45 entre la 2ª y la 3ª avenidas, al lado de Gran Central, en la 17ª planta de un edificio con la fachada eternamente en obras, están las oficinas de Rennert Bilingual, una academia de inglés bastante concurrida...

la mayoría de los estudiantes son o bien hijos de familias ricas de países amigos de los EE.UU., o bien jóvenes profesionales que han ahorrado y se han programado seis meses de excedencia para mejorar su inglés. Destacan las surcoreanas, vestidas con las prendas que ofrezcan los logotipos más grandes de las marcas más chic de Occidente; los japoneses, de vuelta de todo, y los italianos del norte que van locos con las brasileñas licenciadas en marketing. Los alemanes y los holandeses copan los niveles más altos; latinos y asiáticos, los más bajos. De vez en cuando, se ve algún médico europeo o sudamericano que acaba de empezar en el Mount Sinai Hospital, o un joven ejecutivo, matriculado en el curso english for business. Es una buena escuela, cuesta unos 1.000 dólares al mes si cursas el mínimo de horas exigidas (20 a la semana) para obtener el visado de estudiante.

Cada año llega a la Rennert un gran contingente de estudiantes universitarios españoles, sobre todo en agosto y septiembre. Van con una beca del gobierno, que les concede 2.100 euros (2.983 dólares) por asistir tres semanas a una academia en los EE.UU. De las academias acreditadas, debe ser de las más exitosas. Como la política de la Rennert es no tener más de diez estudiantes por clase, durante cinco o seis semanas es fácil encontrar a tres o cuatro por aula. Como deben gestionar su dinero, algunos hacen couch-surfing, es decir, duermen gratis en sofás de desconocidos hospitalarios que hallan gracias a CouchSurfing.com.

En la sesión informativa del primer día, todos los lunes, la directora se dirige a los estudiantes. Noga tiene menos de cuarenta años, es pequeña y rubia, y está casada con un colombiano. Es la autoridad: sonriente y expeditiva. Cuando coincide con la llegada de los becados, siempre les dice con una dicción y sintaxis perfectamente comprensible para el oído hispánico: “Recordamos a los estudiantes españoles becados por su gobierno que deben asistir como mínimo a un 80% de las clases, que deben llegar puntuales –más de un cuarto de hora de retraso se considera no-asistencia– y que no se puede dormir en las clases, ni llegar borracho. El incumplimiento de estos requisitos implicará la devolución del montante de la beca”. Normalmente, los estudiantes del resto del mundo creen que es una broma.

25-VI-11, Jordi Graupera, lavanguardia