"Tonto el que paga", Pilar Rahola
Como es habitual en un gobierno que confunde la mayoría absoluta con la apisonadora política, los retoques más simpáticos de la amnistía fiscal se han añadido por la vía del real decreto. Por ejemplo, regularizar inmuebles financiados con dinero negro pagando sólo el 10%, y sin actualizar el coste de la adquisición (para evitar multas posteriores), o levantar el velo sin castigo a las sociedades extranjeras interpuestas, los trusts, y todo el diccionario de los montajes fantasmas para esconder dinero fresco conseguido váyase a saber cómo. Es así como el semáforo se ha puesto en verde para que los que han defraudado lo que les ha dado la gana; después de ganar montañas de dinero, mayoritariamente con la especulación urbanística -o peor-, se puedan ir de rositas.
España, pues, perpetra su tercera amnistía fiscal en veinte años, lo cual la sitúa en el podio de los países donde resulta más impune defraudar a hacienda.
¿Cuál es el mensaje que se envía a los defraudadores? De entrada, que este Estado es incapaz de perseguir el gran fraude, y por ello se dedica a los pequeños y a los medianos, los únicos sin escapatoria para el gran hermano fiscal. Pero a partir de unos cuantos ceros, el negro es el color de la riqueza, y cuando la cosa es demasiado gorda y el Estado necesita dinero rápido, llega una amnistía y blanquea por aquí, perdona por allá, y no mira si ese dinero se ensució en el ladrillo o se pudrió en la droga. Es decir, lejos de demostrar que este país no es un queso gruyère donde cualquier nuevo rico hace su agosto sin cotizar lo requerido, deciden comprar toda la quesería. Bienvenidos los defraudadores porque de ellos es el Reino de España. Que se lo digan si no a los tipos de las Marbella de las maravillas que hasta tenían helipuertos en su casa, mientras presentaban rentas negativas. Y no cayeron por eso... Pero es que además esta desmedida medida ni tan sólo sirve para recaudar dinero, porque el propio Gobierno reconoce que a lo sumo conseguirán unos 2.500 millones de euros. Es decir, amnistiando este dinero sucio ni tan sólo pagarán las facturas de comilonas de Bankia. Osé-ase que ¿de qué sirve? "Para regularizar una parte del dinero camuflado", dice el Ejecutivo; "una parte", mientras consolidarán la idea de que España es jauja a partir de algunos millones. Y lo más triste ya no es el qué sino el quién, porque los beneficiarios de la medida pueden ir desde empresarios limpios con conciencia sucia, hasta delincuentes de pelo en pecho, que transitan por el lado oscuro de los negocios. Y también los especuladores del suelo, esos simpáticos tipos que nos han llevado a una burbuja demoníaca que nos ha hecho estallar por los aires, y encima no pagaban. Es decir, lo mejor de cada casa... En fin, lo divertido es que todo esto se perpetra en el mes de la renta. ¿Será ironía, será sarcasmo? Será tomadura de pelo.
6-VI-12, Pilar Rahola, lavanguardia