"¿Depurar responsabilidades?", Alfredo Abián

Los altos ejecutivos del sistema financiero constituyen una especie de hermandad nazarena en la que se cubren a unos a otros cuando vienen mal dadas, aunque en tiempos de gloria intenten devorarse con elegancia. El sistema es así. Por eso resulta lógico que José Ignacio Goirigolzarri insista en que él no ha llegado a Bankia para depurar ningún tipo de responsabilidades. Bastante tiene con lograr el milagro de la resurrección. Sin embargo, la exigencia de perseguir legalmente a los banqueros ludópatas no es una ocurrencia demagógica del comunismo irredento. Destacados economistas de prestigio internacional han mostrado su sorpresa por el hecho de que la crisis no haya puesto entre rejas a numerosos directivos de banca. Frente a la rapidez vertiginosa con que son desahuciados quienes no pagan su hipoteca, escasean hasta las sanciones administrativas o inhabilitaciones por conductas tan ejemplares como el maquillaje de balances, prácticas engañosas de todo pelaje y cualquier tipo de conducta que encaje en el código civil, penal y hasta militar. Los crímenes financieros suelen zanjarse, como mucho, con multas que, como pueden suponer, quiebran los cimientos de los sancionados tanto como si usted recibe una penalización de tráfico por circular a 55 kilómetros por hora en una vía urbana donde la velocidad estaba limitada a 50. De hecho, no les sacan ni puntos del carnet de gestor financiero. Y aunque las revanchas no conducen a nada, más de uno debe de añorar esa conducta expiatoria, esa sublimación del honor, que empujaba a ejecutivos japoneses a ahorcarse o hacerse el harakiri cuando quebraban sus empresas.

29-V-12, Alfredo Abián, lavanguardia