¿hacia un Gobierno de Concentración Nacional?

Hay movimientos entre la bruma y también a la luz del día, con la valentía que corresponde a una democracia madura. El pronunciamiento más diáfano -y probablemente el más sincero- ha sido el del economista Luis Garicano y otros dos profesionales de la misma rama, Jesús Fernández-Villaverde y Tano Santos, pidiendo hace dos semanas desde las páginas del diario El País la formación de un gobierno de concentración nacional basado en el binomio PP-PSOE, con el apoyo explícito de los expresidentes Aznar y González, e integrado por "políticos solventes y técnicos intachables", a fin de sacar el país del atolladero, ante el riesgo de que en la angustiada España se acabe imponiendo el regreso a la peseta. (El partido de la peseta comienza a existir, pero nadie da públicamente la cara por él). En pocas palabras, el artículo proponía echar a Mariano Rajoy en nombre de la emergencia nacional. Una operación Mario Monti a la brava apenas seis meses después de las elecciones, conforme a ese mito español tan caro a los antiguos ministro de Gobernación: "Señores, hay que cortar por lo sano".

Al cabo de unos días, sin tanta contundencia programática, los exministros Josep Piqué y Jordi Sevilla -un popular de acento crítico y un zapaterista arrepentido-, pedían desde la misma casa un "plan estratégico para España" y se ofrecían como ejemplo de fraternidad entre el alma técnica de las dos Españas. En paralelo, Felipe González, que sigue siendo el más listo de todos, llamaba desde Sevilla a sacrificar los intereses de partido ante la emergencia, apelación que el PSOE ha transformado rápidamente en la nueva línea de unidad nacional. Y en Bruselas, Joaquín Almunia, técnico entre los técnicos, ha dado visibilidad a unas elegantes canas blancas. Cabeza romana, aire profesoral. Monti de Deusto.

17-VI-12, Enric Juliana, lavanguardia