enorme resbalón del Gobierno Cameron, de William Hague, en el caso Assange

- dossier wikileaks

La debacle diplomática, con el secretario del Foreign Office, William Hague, al frente del gobierno mientras el primer ministro, David Cameron, disfruta del sol en Mallorca, permitió que Assange se asomase al balcón de la embajada de Ecuador como solía hacer Evita Perón en la Casa Rosada, con la diferencia de que su audiencia no eran los descamisados sino los indignados...

El ministro Hague ignoró el consejo de los abogados del Gobierno al enviar una carta a Correa, que el Gobierno ecuatoriano interpretó y denunció como una amenaza de forzar la embajada. Según el Foreign Office, ante la inminencia del anuncio de concesión de asilo, su obligación era informar a Quito de la ley británica que prevé la suspensión del estatus de inviolabilidad diplomática en casos extraordinarios.

El tiro le ha salido por la culata al Gobierno conservador de Londres, hasta el punto de que Ecuador ha llevado su queja a la Organización de Estados Americanos y otras instancias internacionales. Tanto juristas como diplomáticos británicos reconocen que se trataría de una violación de la Convención de Viena con repercusiones potencialmente desastrosas para las embajadas se Gran Bretaña en el mundo.

20-VIII-12, R. Ramos, lavanguardia

El exjuez de la Audiencia Nacional y actual abogado de Julian Assange, Baltasar Garzón, cree que Reino Unido debe cumplir con la convención del Refugiado y dejar marchar a su cliente, dándole un salvoconducto. Garzón añadió que si Londres insiste en su actitud acudirá a la Corte Internacional de Justicia.

Un conflicto que va para largo (el propio ministro de Exteriores del Reino Unido, William Hague, habla de “semanas o incluso meses”) a no ser que el Gobierno conservador del Reino Unido, con la popularidad por los suelos por culpa de la recesión y los recortes, decida tirar por la calle de en medio y convertir el enfrentamiento con Ecuador en las Malvinas de Cameron. Las autoridades británicas han advertido al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, de la existencia de una “ley de Establecimientos Diplomáticos y Consulares de 1987”, que le permite suspender temporalmente la protección que la convención de Viena atribuye a las embajadas. Hague, al frente provisionalmente del Gobierno mientras sus números uno y dos (David Cameron y Nick Clegg) pasan las vacaciones en España, ha dicho en la reacción oficial al anuncio ecuatoriano de conceder el asilo político a Assange que no va a recurrir a la fuerza.

Julian Assange, refugiado en la embajada de Ecuador en Londres desde el pasado 19 de junio, cuenta desde ayer con el asilo del
país latinoamericano. Pero ahora queda lo más difícil. La medida política que ayer adoptó el Gobierno de Rafael Correa –amparada en un supuesto “riesgo para la seguridad, la integridad” y hasta “la vida” del fundador de Wikileaks, así como de posibles “represalias y persecución política” de los países afectados por sus filtraciones– en absoluto pone a salvo al australiano.

La decisión le otorga una protección limitada que no le garantiza que pueda ver materializado el asilo político viajando a Ecuador, como en principio pretende Quito con su resolución. Assange puede afrontar una larga temporada en la legación ecuatoriana mientras se busca una salida.

El ministro ecuatoriano de asuntos Exteriores, Ricardo Patiño, dio a conocer el acuerdo de su Gobierno en unos términos que, sobre todo tras la advertencia del Reino Unido de una posible entrada en la legación diplomática, evidencian un choque diplomático en toda regla y de consecuencias imprevisibles. “No somos una colonia británica. Esos tiempos ya han pasado. Ecuador es un Estado libre y soberano, no sujeto a tutelaje de ningún tipo”, dijo Patiño. El canciller se refería a la notificación en la que el Foreign Office avisaba no sólo de su negativa a conceder a Assange el necesario salvoconducto para salir de país y trasladarse a Ecuador, sino de la supuesta posibilidad legal –en virtud de un precepto británico de 1987– de que Londres revoque el estatuto diplomático de la embajada. Tal como subrayó Patiño, esa insinuación de una hipotética invasión de la misión ecuatoriana en Londres para detener a Assange choca en principio con la convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, la cual establece la inviolabilidad de las embajadas.

Según la normativa sobre este tipo de contenciosos y de acuerdo con algunas experiencias anteriores, la permanencia de Assange en la misión donde se refugia es la opción menos arriesgada de la que dispone. En teoría, el asilo político le permitiría residir en Ecuador sin molestias. El problema es el traslado hasta el avión dentro de la capital británica. Primero, porque un coche diplomático, aunque en principio cuenta con protección según los acuerdos de Viena, “puede ser registrado en determinadas circunstancias”, indicaron fuentes jurídicas especializadas; y, sobre todo, porque Assange precisaría de un salvoconducto que Londres le niega. “No hay base legal para que Reino Unido permita la salida a alguien en esta situación”, dijo ayer el secretario de Foreign Office, William Hague.

En medios políticos y periodísticos se especulaba ayer con la hipótesis, un tanto rocambolesca, de un intento de esconder al hacker en algún recipiente sellado como valija diplomática. Eso ya se planeó de hecho una vez, en 1984, cuando el entonces gobierno golpista de Nigeria quiso secuestrar al exministro Umaru Dikko, refugiado precisamente en Londres. El plan, que fracasó por errores en la identificación de la carga, consistía en meterlo en un cajón de valija diplomática.

De vuelta a una realidad más factible y según las fuentes consultadas, Julian Assange ni siquiera podría beneficiarse de un pasaporte diplomático proporcionado por Ecuador porque la inmunidad requiere además estar acreditado ante el país de que se trate, cosa que Londres no parece dispuesto a hacer.

17-VIII-12, R. Ramos/F. García, lavanguardia