"¿Equidistantes?", Quim Monzó

Durante la presentación del Planeta preguntaron a Lara sobre las tensiones entre España y Catalunya. Dijo: "No ha habido diálogo. Las partes (el Ejecutivo catalán y el Gobierno central) no han sabido hacerlo. Dialoguemos o acabaremos mal. La independencia sería un daño irreparable para todos". Es curioso que mucha gente proponga diálogo ahora, cuando el malestar de la sociedad catalana se manifiesta con una intensidad que no preveían, y no antes, cuando el rebaño iba con la cabeza gacha. ¿Ahora hay que dialogar porque han visto que mucha gente ha perdido el miedo y antes no era necesario? Es divertido, además, que lo diga él, editor de La Razón, un diario que no se distingue precisamente por su actitud dialogante, sino por deformar la realidad catalana de forma interesada y sistemática.

La actual efervescencia soberanista ha cogido a contrapié a muchos a los que ya les iba bien la situación que había hasta ahora. Grandes figuras de la sociedad catalana hablan de convivencia y sufren por la rotura emocional de los que quieren continuar dentro de España. Son gente que en su vida se había preocupado por la convivencia ni por la sumisión emocional de aquellos a los que, aun no sintiéndose españoles, les hacen serlo a toda costa, hasta el punto de vetar un referéndum civilizado (como en Escocia, por ejemplo) y, como gran argumento de debate, aún gastan la bromita del "¿Qué pone en tu DNI?".

Yo no tengo mucha fe en este proceso que empezó a principios de septiembre, porque he visto muchas cosas en la vida y me cuesta creer que los políticos catalanes no acaben, una vez más, con los pantalones a la altura de los tobillos. De momento, el trabajo de ir añadiendo agua al vino lo hacen opinadores que, de golpe, se preocupan por lo que llaman "la cuestión catalana", una "cuestión" que sólo les había interesado para mofarse. Ahora sí, ahora, desde que el gallinero se ha alborotado, les interesa muchísimo. Alaban las virtudes de saber pactar, de encontrar una solución a gusto de todos, y nos venden las maravillas de los federalismos, asimétricos o helicoidales. Hasta de debajo de las piedras surgen sabios advirtiendo de los peligros que amenazan a aquellos que se apartan del recto camino. Ahora avisan de que todos los grandes oleajes colectivos lesionan la libertad individual, pero no decían lo mismo cuando el oleaje iba justo en dirección contraria. Ahora avisan de que hay que respetar los derechos de las personas reacias a la secesión, y que hay que escucharlas -¡cuando precisamente lo que se pide es que se escuche a todos!-, pero durante décadas no dijeron ni mu a favor de los derechos de los partidarios de la separación, ni hicieron nada para que se les escuchase. De golpe se les han disparado las alarmas. Expertos en fingir que están por encima del bien y del mal, muchos van de equidistantes por la vida pero se les ve el plumero a la legua.

17-X-12, Quim Monzó, lavanguardia