"Caída sin freno ", Pilar Rahola

Ayer, a raíz del caso Pallerols, afeaba la actitud de la mayoría de los partidos, que se apuntaron al bombardeo contra Duran con la misma alegría que tapan sus vergüenzas. Y ello no significa que lo de Unió, a quien han pillado con el carrito del helado, no sea grave. Pero es aún más grave que los grandes partidos no tengan interés en hacer una ley de transparencia de su financiación, perpetuando así una situación que sólo puede conducir a la opacidad pantanosa. Y sé de lo que hablo porque fui miembro de la comisión de investigación de financiación de los partidos en el Congreso, que tanto PP como PSOE enterraron en vida.

A diferencia de otros países, donde se sabe el cómo, quién y cuándo de la financiación, aquí los armarios políticos esconden fantasmas, arribistas, amigos de todo a cien y empresarios “de los nuestros”, y el tótum revolútum permite unos números que pagan la vida de los partidos. De manera que algunas declaraciones políticas, en el caso Pallerols, han sido un monumento a lo del pecado y la piedra bíblica.

Y por ahí van los tiros de un descrédito que está en caída libre sin que los partidos le pongan freno. ¿Cómo quieren que los ciudadanos confíen en el sistema si este abusa tanto de su paciencia? Al caso Pallerols, pactando irse de rositas por unos cuartos, se suma Gürtel, los ERE, Sabadell, el exministro Blanco y el resto ingente de casos vinculados a la corrupción política, donde a nadie le pasa nada, y se consolida así la idea de que el poder es impune. Si añadimos la lentitud de la justicia, el mangoneo que ha habido en algunas cajas de ahorros, con los consejos de administración haciendo juegos de manos con el dinero de los clientes, el delirio de inauguraciones inútiles, los besamanos con miembros de la realeza que hacían su real gana con el dinero público y las telefónicas que premian a los que engañan sobre el valor de un banco, justo al salir a bolsa, la suma es demoledora. El sistema se cae a trozos y arrastra con él la credibilidad de quienes lo sustentan. Y es por ello que crecen los partidos y las ideas en la periferia del sistema, porque respiran una autenticidad que los otros no consiguen. Si los partidos no se dan cuenta de ello, es que no entienden nada de lo que pasa. La gente, parafraseando al gran poeta, está harta de estar harta, y ese profundo hartazgo no sólo no decrece, sino que aumenta con cada nuevo error.

Personalmente no creo que lo de Unió sea lo más grave que pasa en política, pero es otro caso más de impunidad y la suma se multiplica en el ánimo de la gente. De ahí que sea tan urgente un cambio de paradigma: ya no sirven los partidos a la búlgara, ni las listas cerradas, ni la financiación opaca, ni la justicia lenta, ni ya es digerible la impunidad política.

La brecha se hace cada día mayor entre políticos y ciudadanos. Y cerrar esa brecha es urgente si no quieren caer en el abismo.

11-I-13, Pilar Rahola, lavanguardia