España cañí -90: pinceladas del esperpento carpetovetónico

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La inauguración de la línea de AVE entre Barcelona y Figueres ha consolidado a España como segunda potencia mundial en alta velocidad. Nuestra red casi duplica a la alemana. De hecho, los 800 kilómetros que cubren la distancia entre Madrid y la frontera francesa suponen más del 60% del tendido ferroviario con que cuentan los teutones. Con una particularidad. Hoy por hoy, esa línea apenas transporta a 10.000 pasajeros por kilómetro y año, cinco veces menos que la que une Colonia con Frankfurt. ¿Sabe alguien qué diablos es la rentabilidad? Nadie nos supera en paro, pero tampoco en tecnología. España es el país europeo con más teléfonos inteligentes per cápita. Más de 63 de cada cien usuarios tira de smartphones, frente al 48% de los germanos. Dicho de otra forma, aquí tuitean hasta los parados aunque estén los lunes al sol. Y como el movimiento se demuestra huyendo, también somos la zona geográfica que más chachas tiene. Trabajadoras domésticas, las llamamos. Tenemos pretextos que justifican tan sorprendente realidad (lean la sección de Economía). Pero nada puede ocultar que somos ingenieros del neoliberalismo universal, capaces de conjugar un desempleo sahariano con singulares manifestaciones de riqueza. Quizás por ello contamos también con la mayor inmobiliaria de Europa. Y nos permitimos camuflarla con un nombre que quita el hipo: Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria. Alias Sareb. El banco malo, para que se entienda...

Los países del sur de Europa, con España a la cabeza, son los que cuentan con más trabajadoras domésticas en sus hogares, según un estudio global elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Concretamente, el estudio destaca a España como el país desarrollado en el que hay un porcentaje mayor de empleo doméstico respecto a la población activa: en 2010 había en España 747.000 personas ocupadas en este sector, lo que supone un 4% del total del empleo y un 8,4% del empleo femenino.

El número de trabajadores domésticos se ha disparado en los últimos 15 años, cuando pasó de 355.000 personas en 1995 a las 747.000 del 2010. “El sector registró un fuerte incremento durante los años de prosperidad económica, seguidos de una modesta caída a partir del 2008”, destaca el estudio, que apunta que el sector está altamente feminizado y tiene un alto índice de trabajadoras inmigrantes latinoamericanas: el 32% de éstas proceden de Ecuador y el 13% de Colombia.

Portugal, con un 3,4% del empleo; Francia con un 2,3%; Grecia con un 2%, e Italia con un 1,8%, son los países con mayor índice de trabajadores domésticos en el mercado laboral. Por contra, en los países nórdicos y el norte de Europa, como Alemania o Suiza, esta figura es prácticamente inexistente.

13-I-12, A. Abián/A. Gastesi, lavanguardia