"Gol (económico) en propia puerta (política)", Màrius Carol

En el centro de Valencia se alza un estadio fantasma sin concluir que resulta un auténtico monumento de hormigón a la burbuja inmobiliaria. El nuevo campo fue una idea que curiosamente partió de la alcaldesa Rita Barberá, ansiosa de acoger una final de Champions, después de que el Valencia la perdiera ante el Bayern en el 2001. Barberá se lo pidió a Lennard Johansson, presidente de la UEFA, y éste le respondió que para ello necesitaba un estadio cinco estrellas.

La instalación valencianista se iba a financiar con la venta de los terrenos del antiguo Mestalla, pero la operación inmobiliaria fracasó ante la irrupción de crisis. Las obras se paralizaron en el 2009, cuando el proyecto llevaba invertidos 150 millones de euros, la mitad del coste total previsto. La constructora paralizó los trabajos ante los impagos del club, cuya deuda se había disparado hasta los 550 millones. La situación es actualmente desesperada: ni se puede acabar el nuevo estadio, ni es posible vender el viejo. Pero el problema dejará de ser de la junta al asumirlo forzosamente la Generalitat valenciana, que avaló en su día 75 millones de euros (86 con los intereses) que había pedido la fundación de la entidad a través del IVF. De esa manera, la institución se va a convertir en el principal accionista.

¿Qué hace una comunidad autónoma ejerciendo de propietaria de un club de fútbol? Pagar y pasar penalidades. Pero lo realmente grave es que la Generalitat de Fabra en pocos meses ha pasado a ser dueña no sólo del Valencia, sino también del Hércules y el Elx, por actuar igualmente de avalista de sus deudas, resultado de haber estirado estos más el brazo que la manga. Se da la circunstancia de que, tan pronto como las entidades bancarias que dieron dinero a los equipos ejecuten los avales, el órgano de gobierno de la Comunidad valenciana se convertirá en el máximo accionista de tres clubs, contraviniendo la ley de Sociedades Anónimas Deportivas, que prohíbe tajantemente el control de más del 5% de una sociedad en la misma competición.

23-I-13, Màrius Carol, lavanguardia