plena actualidad de la España de la película de Berlanga "Bienvenido Mr. Marshall"

De todas las personas que han sido protagonistas de la actualidad en la última semana nos quedamos con una. Ni es el opaco Bárcenas, ni el dúo Mato-Sepúlveda ni el Papa ahora emérito. Ni tampoco es Ada Colau, encumbrada por todos como referente social y moral en una sociedad hundida en la crisis. Nuestra elección recae en Sheldon Adelson. El traje a medida que la Comunidad de Madrid le ha hecho al rey de los casinos para que se quede en Alcorcón es una de las maneras más innobles de anunciar al mundo entero que España es pobre y no importa tanto que seamos honrados.

A Adelson, la jugada le ha salido a pedir de boca. Tendrá la isla legal y fiscal que quería. Casi casi un miniestado con derecho a decidir, aunque sin un incómodo referéndum de por medio. El magnate denotó sagacidad al poner a competir a Barcelona y Madrid y activar así los resortes más elementales de la competitividad entre las dos urbes. Ya sabemos de lo que son capaces estas dos ciudades para medir sus fuerzas. Habiendo perdido la batalla Barcelona (¿acaso en algún momento tuvo ventaja?), Madrid sólo tenía que doblar la apuesta, aunque eso suponga ahogar a una tambaleante Ifema. No esperaba otra cosa el amigo americano. A las rebajas de impuestos y demás privilegios fiscales, hay que sumar que el Ejecutivo madrileño se reserva la capacidad para indultar a los casinos de sus desmanes, incluso se ha hablado de que se puedan perdonar los antecedentes penales a los empleados. Y comienza la reconquista del tabaco, algo más que una anécdota cuando la ley antitabaco empieza a cosechar sus frutos en el campo de la prevención sanitaria.

En estas condiciones el aterrizaje de Adelson en Alcorcón ha sido suave, confortable. Un paseo militar. El alcalde de la película de Berlanga se quedó con un palmo de narices, pero no puede decirse que perdiera la dignidad. El milagro del megacasino tiene el ADN de Las Vegas pero la seña de identidad de la marca España: otro ladrillazo para superar una crisis provocada por la cultura del pelotazo. Cabe confiar en que la negociación que se abre ahora entre la compañía de Adelson y los propietarios de los terrenos –entre ellos conocidos promotores inmobiliarios como Metrovacesa, Realia o Urtinsa, además de terratenientes locales– discurra según los cánones de la transparencia democrática, ese concepto tan noble pero tan manoseado últimamente. Pero permítannos que también lo pongamos en duda. ¿Acaso no ha dejado dicho ya la Comunidad de Madrid que, si esa negociación fracasa, siempre cabe la expropiación forzosa?

Cosmopaletismo. La palabra no es nuestra: la tomamos prestada de otro periodista que seguro que también es de los que piensan que el proyecto de levantar un Eurovegas en España empezó en los diarios en las secciones de sociedad, avanzó hacia las de política pero podría acabar en las páginas de tribunales. Si nos equivocamos, prometemos aplaudir a Adelson durante tres días seguidos como penitencia a este artículo.

14-II-13, S. Quadrado, lavanguardia