¿regeneración democrática?: el general Prim la intentó (en 1870...)

Aquel día, la policía dejó sin vigilancia el trayecto habitual que recorría Prim entre el Congreso y el palacio de Buenavista –donde residía–, que habitualmente solía discurrir por la calle del Turco. A pesar de ello, los asesinos se repartieron en tres grupos para cubrir también otras dos posibilidades; que Prim se desplazara por la calle Barquillo o que cambiara de plan y recorriera la calle Cedaceros para asistir a la cena de la logia masónica en la fonda Las Cuatro Estaciones de la calle Arenal, donde se celebraba el San Juan de Invierno, uno de los días claves del año masónico. Los tres grupos disponían de coches para cortar el paso del general y mercenarios armados con trabucos.

Once balas. Por los impactos de las balas, según las investigaciones de la Comisión Prim, la berlina en la que viajaba el general sufrió un ataque combinado desde diferentes puntos, derecha e izquierda. Al inspeccionar la levita y el levitón que llevaba Prim, se contaron nueve orificios de entrada sin salida a la altura del hombro, más otro en el codo y uno más en el dedo anular izquierdo (descubierto en la autopsia). Así, el informe concluye que es prácticamente imposible que el general Prim sobreviviera tres días.

Las heridas. La gravedad de las lesiones habría imposibilitado a Prim hablar normalmente y los dos brazos quedaron inútiles. La autopsia reveló que, aunque hubo un intento de cortar las hemorragias, no se le sometió a ninguna cura para tratar de salvarlo.

¿Murió Prim tres días después del atentado? La autopsia confirma, al contrario de lo que se ha aceptado hasta ahora, que las heridas, aunque no afectaron a ningún órgano vital, fueron de gravedad, lo que deja en evidencia el falso comunicado del gobierno de la época. Y aunque Prim no murió en el acto, es prácticamente imposible que sobreviviera tres días. La autopsia también revela que Prim fue luego estrangulado.

¿Por qué no se celebró el juicio? La causa judicial se cerró en falso, liberando a todos los imputados, incluso a los asesinos que confesaron, cuando Alfonso XII, tras la Restauración Borbónica, decide casarse con su prima María de las Mercedes, hija del duque de Montpensier, uno de los instigadores del asesinato de Prim.

¿Cuándo se pierde prácticamente la mitad del sumario original? La causa llegó a tener unos 18.000 folios, de los que se conservan prácticamente la mitad y desordenados. Según la comisión Prim, el resto fue “mutilado, borrado y expoliado” después de que el abogado reusense Pedrol Rius, que estudió el sumario, alertara de que aquello seguía siendo una bomba política.

El informe final de la comisión Prim desdice la versión oficial del gobierno de la época y aporta datos reveladores sobre su muerte.

Fue el crimen más caro de la historia de España. Se contrataron a todos los asesinos a sueldo disponibles y se les pagaron cifras estratosféricas. La confabulación para liquidar al general Prim implica directamente al entonces regente Serrano y al duque de Montpensier. Los asesinos suplantaron la identidad del general reusense y el proceso judicial se cerró en falso dejando en libertad incluso a los asesinos que habían confesado. Con el estudio minucioso de aquel sumario y los datos reveladores de la autopsia realizada al general –que descubren, por ejemplo, que Prim fue estrangulado–, la comisión Prim de investigación de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) da por cerrado el caso.

“El engaño ha durado 142 años y hasta hoy”, afirma Francisco Pérez Abellán, director del departamento de Criminología de la UCJC y presidente de la comisión Prim. Tras un año de investigación, su informe detalla con exactitud qué pasó aquella tardenoche del 27 de diciembre de 1870 y los días posteriores. Los expertos forenses y criminalísticos han analizado el sumario página a página y también desde la berlina en la que viajaba el general, hasta el traje que llevaba puesto, además de la autopsia que se realizó al cadáver.

“El punto de partida ha sido el sumario, allí está toda la verdad, aunque el documento está deliberadamente incompleto y desordenado”, apunta Abellán, que destaca que pocos historiadores han recurrido a esta fuente original, lo que ha contribuido al desconocimiento real del caso Prim. “Nosotros nos hemos ceñido a las pruebas científicas y al estudio de los documentos y esto es irrefutable”, añade. En este sentido, sus aportaciones complementan y encajan las investigaciones históricas que ya han publicado autores como Rubio, Pere Anguera, Rueda Vicente, Bertrand Olivar y José María Fontana. Todos ellos señalaban como autores intelectuales del magnicidio al duque de Montpensier, y todos menos Rubio, al general Francisco Serrano, duque de la Torre.

“El asesinato de Prim no es más que el resultado de una poderosa conspiración de quienes tenían el poder y se resistían a perderlo; Prim era un revolucionario que defendía una monarquía parlamentaria y dejaba el poder en manos de Amadeo de Saboya y una nueva corte, apartando así toda la casta que en esos momentos ostentaba el poder”, mantiene Abellán.

El estudio del sumario ha permitido encontrar la lista original con los doce presuntos asesinos de la calle del Turco y lo que cobraron: diez pesetas diarias, más un premio de cinco mil duros y la garantía de poder escapar. También que en la contratación, los criminales se identificaban con una contraseña que recuerda a la masonería (una tarjeta partida en dos triángulos) y que el crimen provocó un enfrentamiento mortal entre masones.

Los resultados de las pruebas médicoforenses también han sido reveladores: “A pesar de que el Ayuntamiento de Reus quería impedir que desnudáramos la momia, al final pudimos hacerlo”, explica Abellán. Y con ello, descubrieron las marcas en el cuello que revelan que, estando moribundo, Prim fue estrangulado. Y también se documentaron otras heridas que no figuraban en la documentación oficial, por lo que Abellán mantiene que no se hizo ninguna autopsia al cadáver. No interesaba.

Que el crimen fue una confabulación a gran escala lo demuestra, según este informe, el hecho que el ministro de Gobernación, Sagasta, y el gobernador de Madrid, Rojo Arias, no tomaron medidas para proteger al presidente del Gobierno e incluso facilitaron que no hubiera ronda de policía en los lugares por donde debía pasar la berlina de Prim, pese a que ya habían intentado matarle en dos ocasiones aquel mismo año.

Teniendo en cuenta la gravedad de las heridas, especialmente el trabucazo en el hombro, la comisión mantiene que fue imposible que Prim pudiera elaborar comunicado alguno, con lo que el Gobierno provisional, bajo el mando del regente Serrano, difundió notas con deliberado engaño sobre el verdadero estado de Prim, informando que el general había recibido heridas leves y se recuperaba sin complicaciones, cuando en realidad estaba muerto o casi.

En estas circunstancias, fue Topete, uno de los enemigos evidentes de Prim, quien se encargó de recibir al rey Amadeo I, “que quedó desde el principio en manos de sus peores enemigos”, apunta Abellán. La conspiración culmina con el cierre en falso del proceso judicial, a pesar que el promotor fiscal, Joaquín Vellando, propuso el procesamiento de Antonio de Orleans, duque de Montpensier, candidato al trono de España y presunto autor intelectual y financiero de los atentados.

“Con nuestro informe queremos demostrar que hay mucha investigación que puede y debe hacerse y en la que deben participar y aprender los alumnos”, dice Abellán, quien sugiere que se cambie el nombre de la calle Serrano de Madrid, “para llamarla del asesino Serrano o avenida Prim”. El juicio no llegó a celebrarse, pero el caso queda explicado.

12-II-13, S. Sans, lavanguardia