en la TV, concurso de misses (¿o reses?); en la calle, la libertad, a pecho descubierto, de FEMEN

> FEMEN, activismo político a pecho(s) descubierto(s) <

Catorce jóvenes tunecinas, que tienen entre 17 y 25 años y que, por lo menos, miden 1,70, llevan tres semanas encerradas en un lujoso hotel de Túnez, sometidas a pruebas como poner la mesa, bailar y maquillarse con el objetivo, mañana sábado, de convertirse en miss Túnez 2013.

En paralelo, decenas de jóvenes europeas y tunecinas, miembros del grupo Femen, protestaron ayer frente a las embajadas de Túnez en media docena de capitales europeas “con los pechos al aire contra el islamismo” y el “salvaje extremismo religioso”. También exigían la liberación de su compañera Amine, activista tunecina retenida por su familia.

En medio de estas dos realidades, grupos como la Asociación Tunecina de Mujeres Demócratas luchan para que la Constitución de inspiración islamista mantenga los derechos que la mujer adquirió durante la dictadura.

De estas tres luchas, la que más interés despierta en Túnez es el concurso de belleza. Cada día, la televisión emite, en horario de máxima audiencia, un resumen de las pruebas del día y los espectadores pueden votar, vía SMS, a su candidata preferida.

Las participantes no han desfilado en bañador porque, según Aïda Antar, organizadora del evento, “hemos de adaptarnos” a las costumbres islamistas. Aún así, han posado para los fotógrafos, han montado coreografías y puesto mesas para festines donde los vasos de vino habían sido sustituidos por vasos para los zumos de frutas.

Mañana se escogerá a la ganadora y, por primera vez desde 1978, esta joven representará a Túnez en el concurso de miss Mundo. El certamen se celebrará en septiembre en Yakarta, Indonesia, el más populoso de los países musulmanes, donde tampoco habrá desfile en bañador.

El concurso de miss Túnez ya se celebraba en los años cincuenta. La revolución popular que en enero del 2011 derrocó a la dictadura de Ben Ali amenazó con hacerlo desaparecer, pero la crisis aprieta y el Gobierno ha decidido que es un buen reclamo turístico.

Las inversiones extranjeras han caído en picado y el paro oficial sigue rondando el 19%, aunque el real es mucho más alto. El PIB creció un 2,7% el año pasado, pero el país está pendiente de un crédito de 1.375 millones de euros del FMI para salir adelante. El turismo, que representa el 6,5% de la economía, sigue aletargado. Los turistas, que solían llenar los hoteles de la costa, han buscado otros destinos. Las autoridades islamistas se esfuerzan por demostrar que no tienen nada en contra de los bikinis y el alcohol, siempre que no crucen los límites de los hoteles, restaurantes y discotecas, pero, aún así, los turistas no acaban de fiarse. “Nuestro país no está en guerra civil –señala Aïda Antar–, no estamos sometidos al integrismo, y el concurso de miss Túnez refleja el estado real de las cosas”.

Aunque sea así, el aeropuerto de Túnez estuvo ayer tomado por las fuerzas de seguridad para detener a un yihadista que regresaba de combatir en Siria; los partidarios de Chokri Belaid, el líder izquierdista asesinado en febrero, volvieron a protestar en el centro de la capital; el decano de la facultad de Letras de la Universidad Manuba tuvo que defenderse de haber agredido a una estudiante con niqab; y el periodista Mehdi Houas añadió su nombre a la cada día más larga lista de amenazados de muerte por los comandos islamistas.

Sara Alwani, una joven de 19 años, convencida de que la belleza debe servir para algo, aunque sea para trascender el presente, se hizo el pasado domingo con el título de miss Cartago, que consagra a la guapa de la clase alta. La gala se celebró en el Acropolium, una catedral del siglo XIX, sobre las ruinas de la antigua ciudad púnica, en el barrio más acomodado de la periferia tunecina, un lugar todavía ajeno al empuje de la ortodoxia islamista.

5-IV-13, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia