"Madrid es una isla. El Estado contra la ciudadanía", Óscar Pazos

Óscar Pazos, autor de "Madrid es una isla. El Estado contra la ciudadanía".
Tengo 45 años. Nací y vivo en Vigo. Casado, tengo una hija. Compagino mi actividad de geólogo con la investigación histórica. Al poder hay que vigilarlo. Cuanta más participación ciudadana y más diversa, mejor. Hay cosas trascendentes pero no tengo una idea de la divinidad.

Desde Vigo y a causa de la crisis que mantiene su empresa de geología a medio gas, Pazos se ha dedicado a su hobby: la investigación histórica. Y ha escrito un ensayo, Madrid es una isla. El Estado contra la ciudadanía (Libros del Lince), en el que expone con cifras y datos cómo gracias al secuestro de los órganos de poder se ha creado en Madrid una trama de instituciones e intereses mediante la cual el complejo político-económico español gobierna el país en su propio beneficio. “Madrid, que se impuso como una solución totalizadora y unitaria para todos los retos e interrogantes de la modernización, se ha convertido en el gran problema político de los españoles”.

Somos súbditos de una capital ególatra, y eso tiene enormes costes políticos y económicos para todos los españoles. Un geólogo combativo. Me gusta la historia. Si acude a ella, verá cómo Madrid ha ido secuestrando y concentrando todos los órganos de poder hasta crear una trama de instituciones e intereses político-económicos mediante la cual gobierna el país en su propio provecho.

El Estado ha centralizado la banca.
... Y el sistema monetario, las grandes constructoras, las comunicaciones, las facultades, que son fábricas de altos funcionarios, de candidatos a los puestos más elevados de la judicatura. Controla la prensa, la investigación científica e incluso las artes y las letras con sus órganos gremiales de poder, como sus reales academias varias.

¿Y nuestras autonomías?
Casi todos los organismos de investigación están en Madrid, por ejemplo el Instituto Nacional de Oceanografía, donde tienen quince oceanógrafos estudiando el bacalao; o el canal de experiencias hidrodinámicas de la armada, para probar barcos y buques a 500 kilómetros de la costa. Es revelador, sí. Hay cientos de ejemplos. Durante el siglo XIX la universidad se construyó como un proyecto político. Más de la mitad de los estudiantes optaron por Derecho, lo que les otorgó acceso directo a los órganos de gestión político-administrativos.

Todo quedaba en casa.
A través de universidades y organizaciones profesionales y colegiales, se institucionalizaron los sistemas de relaciones entre el Estado y los diferentes poderes corporativos.

Dice usted que en Madrid muere la política española.
Sí, enterrada por el Tribunal Constitucional, el Parlamento –que bloquea cualquier iniciativa legislativa popular– o cualquier otra de las grandes instituciones estatales.

¿Y también muere la economía?
A partir de los años veinte unos pocos bancos centralizados en Madrid consiguieron que toda la economía pasase por ellos. Así nuestra economía se vuelve deficitaria en sus intercambios con el exterior y aumenta su deuda neta. La industria financiera de Madrid se ha alimentado de la deuda del Estado porque la banca estaba a su servicio.

¿Todo comenzó con Felipe II?
Sí, el rey absoluto que se encerró en su poder. Y ahí seguimos: el poder en España se recluye, no rinde cuentas ni da explicaciones. Y utiliza los recursos, como lo hacía la corte, para su provecho. Y manipula lo que puede a los medios a través de concesiones.

La dictadura no mejoró las cosas.
La depredación de la guerra se mantuvo en la posguerra. Fue una nacionalización económica promovida por los vencedores. En 1950, Madrid era la única de las actuales comunidades autónomas que superaba los niveles de preguerra en PIB y renta familiar.

La democracia trajo privatizaciones.
Cambiaron a los grupos y personas que dirigían las empresas por otros, pero Madrid no abandonó la política intervencionista y clientelar heredada y controlada a través de todos los organismos dependientes (patronales, colegios empresariales, asociaciones judiciales, fundaciones...); así ejerce la soberanía nacional a espaldas de los españoles y se reparten los beneficios.

¿Adónde nos lleva esa concentración de poder y fusiones de grandes empresas?
Decir que Madrid tiende a convertirse en un México DF con el resto de España como cinturón periurbano no es una exageración: el centralismo económico de Madrid es ya mayor que el de Londres o París si atendemos a la dependencia de la economía madrileña respecto a la gran empresa paraestatal.

Hay mucho expolítico en las grandes empresas de Madrid.
Cierto. Tras retirarse de la carrera político-funcionarial, pasan a ocupar puestos clave en las grandes empresas y los lobbies político-empresariales que administraron o contrataron durante su etapa funcionarial.

Pero las autonomías copian el modelo centralista.
Sí, ese tema habría que replantearlo. Pero hay detalles que todos conocemos, como la autovía del Cantábrico o del Mediterráneo. La red de comunicaciones radial vertebra España ignorando las necesidades económicas y la realidad del país.

... Ese repartir beneficia a quien tiene el poder de decidir, a quien se guarda los poderes de la deuda, el dinero. Ahora Madrid se declara víctima, pero es la que ha permitido todos los desmanes que se están destapando porque ya no hay más dinero para taparlos.

¿Cómo acabar con todo esto?
Sin un traidor dentro del sistema es imposible. Diputados que rompan la disciplina del partido y empiecen a actuar como portavoces de las iniciativas legislativas populares, gente que tire de la manta. Pero si se sigue reconcentrando el poder vamos a peor.

¿Madrid, la ciudad más rica de España?
Sí, en PIB y en renta per cápita, porque su negocio es el poder y quien está arrimado a él saca tajada, es el beneficio de la capital.

18-III-13, Ima Sanchís, lacontra/lavanguardia