"El federalismo sólo es posible en democracias muy sólidas, sino no funciona", Stéphane Dion

entrevista a Stéphane Dion, líder del Partido Liberal del Canadá

Stéphane Dion habla despacio, casi en voz baja, un ritmo adecuado para las reflexiones largas sobre conflictos profundos, pero que el miércoles por la tarde, en el bar del hotel Princesa Sofía, se ahogaba en un entorno dominado por la adrenalina de los aficionados del Barça y del Paris Saint-Germain que bebían, hablaban y soñaban con lo de siempre. Hubo que buscar un rincón en un salón del primer piso para entender su primera respuesta: “Sí, soy quebequés y federalista, y el federalismo sólo es posible en democracias muy sólidas, sino no funciona”.

¿En qué consiste esta fortaleza democrática? En el pluralismo político: Parlamentos diversos y dirigentes que deben gobernar con gente que tiene otra orientación ideológica.

Es más fácil ser federalista en el clásico Estado nación que en uno plurinacional. Sí, si la nación dominante de un Estado no reconoce como iguales a las minorías nacionales. El francés, por ejemplo, es oficial en todo Canadá, igual que el inglés, aunque sólo se habla en Quebec.

España sólo tiene una lengua oficial. Si las lenguas regionales fueran oficiales en todo el territorio, ¿España se acercaría más al federalismo canadiense? Así es Canadá, y no ha sido fácil llegar hasta aquí. Es el resultado de la historia. Al principio, los británicos intentaron asimilar a los franceses y al no conseguirlo aceptaron la coexistencia.

Una parte de los quebequeses no quiere coexistir. Pero la mayoría sí. Entiende que podemos aprender de nuestras diferencias y ser más fuertes.

El partido soberanista gobierna en Quebec. Sí, pero es minoritario, y la primera ministra no habla de convocar un tercer referéndum sobre la independencia porque lo perdería. La mayoría de quebequeses nos sentimos también canadienses. Yo tengo dos identidades y no quiero renunciar a ninguna. No quiero escoger ni que nadie me obligue a escoger. Las identidades suman, nunca restan.

En Catalunya hay soberanistas que le dirían que sentirse catalán y español al mismo tiempo es contradictorio. Y también en Quebec. Dirían que ser canadienses les impide ser realmente quebequeses.

Hay soberanistas catalanes, vascos y gallegos que prefieren mirar a Europa antes que a España. Identificarse con Europa suma. En nuestro caso ser canadiense suma. Los quebequeses hemos contribuido mucho a construir Canadá. El país es en parte nuestro, ¿Por qué hemos de renunciar a lo que nos pertenece?

Canadá reconoce a Quebec como una nación fundadora de Canadá y en muchos países plurinacionales esto no pasa. Es difícil en países con una fuerte tradición centralizadora.

Ciertos estados centralistas, como Francia, aceptan con más facilidad el multiculturalismo que aporta la inmigración que el que surge de las propias minorías nacionales. Creo que las diferencias nunca deben ser una amenaza.

Pero mucha gente piensa lo contrario, especialmente, si pertenecen a una minoría nacional. Suelen sentirse más vulnerables. La tentación de una ruptura unilateral con el Estado es grande. Igual que la asimilación nunca funciona, tampoco la ruptura unilateral. El ejemplo es Kosovo.

Pero lo han reconocido más de 90 países. Pero sólo porque la separación tras la guerra y la intervención de OTAN era una realidad. Ni la UE, ni la ONU, ni otros organismos lo reconocerán mientras Serbia no acepte la secesión.

La ruptura debe ser pactada. En un marco constitucional.

Como el canadiense que admite la divisibilidad del país. Entendemos que la unidad debe ser fruto de la voluntad de los ciudadanos de vivir juntos. Por eso, la separación de una provincia sólo puede lograrse mediante la negociación y ésta sólo se inicia si ha habido un referéndum con una pregunta clara y una mayoría clara a favor de la secesión.

Los quebequeses tienen el derecho a decidir su futuro. Lo garantiza la Constitución

Y si no lo garantizara, ¿cree usted que los soberanistas quebequeses hubieran dado el paso de convocar una consulta? ¿Qué utilidad habría tenido? Ninguna. Creo que, ante esta voluntad, el primer paso debería ser cambiar la Constitución.

Está claro que el secesionismo es una cuestión de identidad, pero también de dinero. ¿Cómo deben gestionarse los recursos financieros de un Estado federal? Con total transparencia. Los números deben estar encima de la mesa. Todos los estados deben saber lo que pagan y lo que reciben. De otra forma no puede haber confianza entre las entidades territoriales, y sin esta confianza se alienta el separatismo.

El dinero siempre divide. Por eso necesitas publicar las balanzas fiscales, y que las normas para repartir los recursos sean muy claras. Si el Gobierno oculta las cifras, es fácil fomentar el victimismo.

Quebec recibe más de lo que contribuye. Sí, de acuerdo con una fórmula de equilibrio pactada entre todas las provincias. Forma parte de nuestra sociedad y, de nuevo, lo tenemos en la Constitución. Es bueno pertenecer a un país que acude en ayuda de las zonas más necesitadas.

Esta claridad se agradece en tiempos de crisis. La claridad y la transparencia son claves cuando la gente lo pasa mal debido a los recortes y siempre sospecha que ha perdido más que el vecino.

¿Qué piensa usted del nacionalismo? Puede ser bueno o malo. Bueno si fomenta la solidaridad con tu entorno. Malo si crees que la diferencia con los otros es un problema. Bueno si crees que la diferencia enriquece, si crees que es una oportunidad para aprender del otro y ser mejores. Esta es la base de la democracia. Entender la diferencia como una oportunidad.

Lo que usted explica exige un compromiso, una lealtad entre ciudadanos que parece más difícil de conseguir en estados plurinacionales. El pluralismo no significa división. Yo lo veo más como una exigencia de colaboración.

Sí, si cuenta usted con una democracia que permita la colaboración entre iguales, pero los nacionalismos tienden a ser excluyentes. Es cierto que esta es la deriva natural de las nacionalidades dominantes en los estados plurinacionales. Pero quien ejerce el poder tiene la responsabilidad de crear un sistema en el que todas las minorías nacionales puedan contribuir con todo su potencial al Estado colectivo. El resultado es un Estado más fuerte.

Más fuerte que el Estado mononacional. Hay 4.000 pueblos con una identidad nacional. El planeta estallaría si cada uno tuviera un Estado. Los canadienses tenemos la obligación de mostrar al mundo que es posible tener un Estado multinacional fuerte con un sistema federal justo y que somos mejores gracias a él.

12-IV-13, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia