"Zombis bancarios", Xavier Sala i Martín

> ""Rescatar" los bancos, peor el remedio que la enfermedad", Xavier Sala i Martín <

Desde el primer momento se ha debatido sobre si los bancos quebrados deberían ser liquidados y obligados a cerrar sus puertas. Yo he defendido que sí (siempre que se garantizaran los depósitos asegurados de menos de 100.000 euros): en una economía de mercado, cuando las cosas van bien, la empresa gana dinero y cuando no, debe cerrar sus puertas. Pasa con las panaderías, los restaurantes y las fábricas de todo tipo. Los bancos no deben ser una excepción.

Los defensores de los rescates con dinero del contribuyente utilizan dos argumentos. El primero es que, a diferencia de todas las demás empresas, los bancos son “sistémicos”. Eso quiere decir que si se deja quebrar alguno, se crearán pánicos financieros que contagiarán a los demás bancos que, a su vez, dejarán de prestar a las empresas productivas y eso agravará la crisis. Este argumento es realmente sorprendente porque en Europa no se ha dejado quebrar ningún banco y eso no ha evitado la desaparición del crédito ni el colapso de la economía. Es decir, si hubiéramos dejado quebrar algunos bancos, estaríamos igual que ahora (sin crédito) pero ¡al menos nos habríamos ahorrado el dinero de los rescates!

El segundo argumento dice: “No rescatarlos costará todavía más dinero al contribuyente”. O sea, el dinero que se necesitaría para garantizar que todos los depositantes asegurados recuperen sus ahorros es mayor que el que se necesita para mantener vivo al banco. Este razonamiento tiene un pequeño problema: un banco quebrado que sigue operando es como un muerto que sigue viviendo. Es decir, es un ¡banco zombi! Y eso cambia la ecuación. Me explico.

Al ser mantenidos artificialmente por el Estado, los zombis bancarios tienen problemas para encontrar clientes, obtener depositantes y créditos mayoristas y no pueden conceder créditos a familias y empresas. Sin créditos no hay beneficios, por lo que requiere más ayudas del Estado. Eso agranda los déficits públicos hasta límites insostenibles por lo que el Gobierno los intenta recortar reduciendo el gasto y aumentando los impuestos. La recesión se agrava, los trabajadores se van al paro y no pueden pagar hipotecas, las empresas cierran sus puertas y no devuelven sus créditos. Se cierra el círculo vicioso porque eso, lógicamente, repercute de nuevo en los bancos. En los zombis y en los sanos. Los zombis requieren más dinero público y los sanos se empiezan a “zombificar”. Y es que al final, sin negocio, no hay banco que sea viable y todos acaban quebrando. Del mismo modo que los zombis humanos viven de comer la carne de los vivos a los que, a su vez, convierten en zombis, los zombis bancarios viven de comer el dinero de los contribuyentes y de los bancos sanos, a los que acaban por convertir en bancos zombis.

Cuando los defensores de los rescates hacen sus cálculos, ignoran los costes macroeconómicos de la “zombificación”. Y esto es especialmente grave en economías como la europea, donde las empresas sacan el 75% de sus recursos financieros de la banca (en Estados Unidos sólo el 25%). La “zombificación” de los bancos no es una elucubración mental. El relato que les he hecho es una descripción de lo que pasó en Japón durante los primeros años (décadas) de su crisis financiera. Una crisis que empezó en 1990 y que hoy, 23 años después, aún no ha terminado.

En Europa estamos entrando en el sexto año y la experiencia japonesa nos debería hacer reflexionar: el Estado ha evitado el cierre de cualquier entidad bancaria (caja o banco) a base de dilapidar docenas de miles de millones de euros de los contribuyentes y de obligar a las entidades sanas a absorber más o menos a la fuerza a las quebradas. Al mismo tiempo ha apretado las clavijas de los solventes con requerimientos de capitalización que les induce a comprar deuda pública en lugar de conceder créditos productivos. ¿Y qué hemos obtenido a cambio? ¿Se ha conseguido que el crédito vuelva a fluir para que las empresas creen puestos de trabajo? ¿Se ha mejorado la perspectiva de que los bancos puedan volver a ganar dinero prestando a los más productivos? ¿Se ha generado confianza en el sistema financiero? La respuesta a todas estas preguntas es la misma: rotundamente no.

El esperpéntico fracaso de la política bancaria europea, pues, apunta a que se requieren cambios. Mantener vivos con dinero público bancos quebrados que no prestan no sólo es una estafa al contribuyente sino que puede acabar hundiendo la economía entera.

El gran problema de los zombis humanos es que son muy difíciles de eliminar. A la vista de lo que nos explican nuestros ministros, mucho me temo que la resistencia a desaparecer sea también una de las características de los zombis bancarios.

17-IV-13, Xavier Sala i Martín, Columbia University, UPF y Fundació Umbele, lavanguardia