> "Olvidar Onkalo", Jordi Graupera <

Into eternity es un documental sobre un cementerio nuclear llamado Onkalo (agujero, escondite) que el Gobierno de Finlandia está construyendo en la isla de Okiluoto. La gracia de Onkalo, y por tanto del documental, es que a diferencia de otros cementerios nucleares este es para siempre. O como mínimo, para los 100.000 años que dura la radiactividad de los detritus nucleares que debe almacenar.

Hasta hora los cementerios nucleares se construían con la esperanza de que tarde o temprano los humanos descubrirían una manera de destruir los residuos o, incluso, de aprovecharlos. Onkalo parte de la premisa contraria: nunca conseguiremos hacer nada con esta basura radiactiva, y más vale que empecemos a pensar dónde meterla. El documental se centra en las dificultades prácticas de la construcción de un emplazamiento que debe durar más que toda la historia de la humanidad hasta hoy. Pero, claro, cuando hablas a 100.000 años vista los problemas no se limitan a la calidad de los materiales.

Para el diseño de Onkalo el Gobierno finlandés ha contado con ingenieros y físicos nucleares, pero también con teólogos, antropólogos y especialistas en simbología. El problema que tienen que solucionar estos humanistas es el siguiente: ¿cómo hacer que en 100.000 años nadie se acerque? Hay que entender que una vez Onkalo esté lleno, hacia el 2100, la idea es sellarlo para siempre. Pero dentro de 30.000 años, ¿quién recordará que Onkalo contiene residuos radiactivos? ¿Y si la humanidad ha estado a punto de extinguirse y los supervivientes son como del paleolítico? ¿Es mejor poner señales de peligro para avisar a los humanos del año 45.786 d. C. o es mejor ocultar Onkalo para que sólo una humanidad evolucionada pueda acceder? Ysi se ponen señales de peligro, ¿en qué idioma deberían escribirse? ¿Con qué simbología? Y si debe ocultarse, ¿cuál es la manera más eficaz?

Los diseñadores de Onkalo no son muy optimistas. Cuentan con al menos una glaciación en los próximos 100.000 años. Según sus cálculos la cripta está preparada para soportarlo, pero la civilización actual no. Habrá que volver a empezar. Una vez el conocimiento se haya perdido, ¿qué humano respetará una señal de peligro sobre una sustancia que mata per no se puede ver, ni sentir, ni oler? Incluso si las señales se entienden bien, la premisa con la que trabajan en Onkalo es que somos más curiosos que prudentes.

Onkalo habla del pesimismo de hoy más que de los desastres de mañana: antes imaginábamos un futuro blanco y tecnológico, sin residuos, de humanos esbeltos que lo solucionan todo, a los que no les hace falta ni la depilación. Hoy asumimos un futuro sucio, una humanidad peluda, incapaz de adaptarse a los cambios climáticos, ni de obedecer ninguna señal de peligro. Para certificar este pesimismo, los diseñadores de la primera construcción humana con posibilidades de durar 100.000 años la han pensado hasta el último detalle para que caiga inmediatamente en el olvido.

3-IX-11, Jordi Graupera, lavanguardia