"Estamos hartos", Fernando Ónega

Es la historia interminable, cansina y odiosa, donde pocos acaban de pagar sus culpas. Y en medio de esto, el todavía más cansino discurso político, tan falso como algunas declaraciones ante los jueces; tan cínico, que merece ser reprobado; tan imbécil, que es una de las causas del creciente desprestigio de la clase dirigente. Es el momento de expresar un hartazgo.

Muchos, bastantes, yo por lo menos, estamos hartos de ese discurso que consiste en decir que ser imputado no es ser procesado y se quedan con la conciencia tan tranquila.

Estamos hartos de que se utilice la presunción de inocencia para lavarse las manos y eludir el examen riguroso de lo sucedido.

Estamos hartos de que los implicados proclamen que son inocentes, pero afirman que se retiran (los pocos que se retiran) para poder defenderse mejor.

Estamos hartos de los que lanzan sospechas sobre fiscales y jueces, diciendo que actúan con intención política o con voluntad ideológica, cuando los indicios de delito necesitan al menos una investigación.

Estamos hartos de los representantes que defienden y excusan a sus compañeros y se ensañan con el adversario. Así nunca harán autocrítica ni exigirán responsabilidades.

Estamos hartos de todos los que amparan a los suyos con el argumento de que “no tuvieron nada que ver” o nunca dudaron de su honorabilidad. Si fuésemos serios, podría ser encubrimiento.

Estamos hartos de quienes se llenan la boca con la promesa de colaborar con la justicia para que se esclarezcan los robos y después le niegan hasta el auxilio que exige la ley.

Estamos hartos de quienes aducen que tienen las cuentas de su partido sometidas a control, siempre han sido transparentes, y después aparecen datos de comisiones y dudosa financiación.

Estamos hartos de que propongan soluciones como un pacto, como si los sobornos, cohechos y otras formas de enriquecimiento dependieran de un acuerdo con los demás.

Estamos hartos de la facilidad con que algunos portavoces descubren últimamente una “causa general”, nada menos que una causa general, contra sus partidos en cuanto ven la sombra de un juez.

Estamos hartos del método fácil de echar la culpa a cuatro golfos o cuatro aprovechados, cuando la carcoma ha penetrado las entrañas del partido. Por lo menos, podían mejorar el guión.

Y estamos hartos de que, cuando se trata de la justicia, se preocupan más de ocupar sus órganos de gobierno que de hacerla eficaz y dotarla de medios para actuar contra la corrupción.

4-VII-13, Fernando Ónega, lavanguardia