España cañí -122: una política (?) educativa (?!) que garantiza no poder salir de la crisis en generaciones

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  Escribo estas líneas en apoyo de los profesores de inglés que quieren de verdad mejorar el nivel de esta asignatura en el sistema educativo de este país. Llevo más de cuarenta años (en España) como examinador en las pruebas orales de Cambridge y casi veinte como formador de examinadores –primero en España y ahora en Oriente Medio y el norte de África–. Creo que un profesor cuyo nivel de inglés no supera el B2 tendrá muy serias dificultades al intentar dar clases de lengua inglesa en el contexto de la enseñanza secundaria. El B2, que corresponde al First Certificate de Cambridge, ha sido minuciosamente definido en términos de lo que se supone que una persona con este nivel es capaz de hacer a efectos de comunicación, y dar clases a grupos de estudiantes adolescentes no se incluye. Una de las consecuencias didácticas nefastas de cualquier política que intenta colocar un profesor no especialista de lengua extranjera en una situación en que sale de su terreno es que como no domina la lengua hablada con suficiente soltura y seguridad, y probablemente no lo entenderá tampoco, tendrá la tendencia de concentrar la actividad de la clase en el terreno donde se siente más seguro: la lectura, la gramática, incluso hasta la traducción. Y claro, los alumnos no son tontos, se dan cuenta del truco y reaccionan… Todos los especialistas sabemos que el mínimo nivel requerido para poder participar activamente en un contexto educativo o laboral donde la lengua vehicular es el inglés es el C1. Es la diferencia entre defenderse más o menos, o sobrevivir y soltarse. Por todos estos motivos, creo que ya es hora de reconocer que no todo el mundo puede ser profesor (de lengua extranjera o de cualquier asignatura) y de reorientar el sistema a favor de los especialistas que han invertido años en estudiar y practicar la materia que enseñan y también en cómo enseñarla.

John Pidcock, Prades

1-VIII-13, cartasdeloslectores/lavanguardia