Jamaica, infierno de la libertad sexual

Tenía 14 años cuando dejó el instituto por las constantes y punzantes burlas que sufría por ser afeminado. Su padre no se limitó a echarlo de casa: animó a los vecinos a que expulsaran a su hijo a patadas del barrio en el que nació y creció.

Ahora, con 16 años, todavía adolescente, Dwayne Jones ha muerto golpeado, apuñalado, a tiros y atropellado por un coche cuando se presentó a una fiesta vestido de mujer. Su error: confiar a una amiga que asistía a la fiesta vestido de chica (era la primera vez que lo hacía).

“Cuando vi el cuerpo de Dwayne, empecé a temblar y llorar”, dice Khloe, una de las tres transexuales que compartían una casa abandonada con el adolescente en las colinas de la costa norte de la ciudad de Montego Bay. Igual que muchos transexuales y gais en Jamaica, Khloe no da su nombre completo por miedo. “Fue tan, tan doloroso verlo así”.

Desde su asesinato, el pasado 22 de julio, el caso de Dwayne es noticia en la isla caribeña, un país calificado a menudo por las organizaciones de derechos humanos como el más hostil del hemisferio occidental para los homosexuales y transexuales.

Los activistas aseguran que gran parte de la homofobia es alimentada por una ley contra la sodomía que ya tiene casi 150 años, así como por cantantes reggae que hacen alarde de temas antigay. “A juzgar por los comentarios en las redes sociales, la mayoría de los jamaicanos piensan Dwayne Jones se mató a si mismo por ir vestido de mujer y bailar en una sociedad que ha dejado muy en claro que no quiere ver a los homosexuales ni en pintura”, lamenta Annie Paul, de la Universidad de las Indias Occidentales.

Algunos historiadores afirman que esta hostilidad deriva en parte de la herencia de la esclavitud, cuando los negros eran a veces sodomizados como castigo o humillación.

Dane Lewis, dirigente del Foro Jamaicano para Lesbianas, Transexuales y Gais, afirma que el país, a pesar de todo, se está volviendo “más tolerante”, y que ello es “gracias a personas como Dwayne, que han ayudado a poner las cosas sobre la mesa”.

La primera ministra, Portia Simpson Miller, se ha comprometido a someter la ley contra la sodomía a un voto de conciencia en el Parlamento. Ya es algo, teniendo en cuenta que el ex primer ministro Bruce Golding afirmó en el 2008 que él nunca permitiría que ningún homosexual entrara en su gabinete.

Los grupos de defensa de los derechos humanos se quejan de la lentitud de la investigación del asesinato. El portavoz de la policía, Steve Brown, afirma que sus agentes están luchando para superar un problema crónico: una arraigada cultura antiinformante, miedo a hablar. Los testigos del crimen –la fiesta era en plena calle, con unas 300 personas– aseguran no haber visto el rostro de los asesinos, y la policía aún no ha detenido a nadie.

Dwayne llegó a la fiesta a las dos de la madrugada en un taxi junto a dos compañeros de casa de 23 años de edad, Khloe y Keke. La víctima, que sabía bailar muy bien, tenía piernas largas y pómulos, fue rápidamente el centro de atención. Muchos chicos se acercaron para ligar con él: creían que era una chica.

En un momento de la fiesta, Dwayne reconoció a una chica –a la que conocía de la iglesia– y le confesó que era él vestido de mujer. Minutos más tarde, según Khloe y Keke, varios amigos de la joven se acercaron a Dwayne. La calle estaba muy mal iluminada. “¿Eres una mujer o un hombre”, le preguntaron. Uno de los chicos encendió su mechero para ver bien las zapatillas de deporte que llevaba Dwayne, cuestionando que una chica pudiera tener los pies tan grandes.

Otro chico pilló una linterna de un bar al aire libre y se acercó a Dwayne, iluminándolo de arriba a abajo. “Es un hombre”, concluyó, y todos empezaron a escupirle insultos antigais.

Khloe le dijo inmediatamente a Dwayne en voz baja: “Camina conmigo, camina conmigo, vámonos”. Pero Dwayne lo apartó e insistió en voz alta a la multitud que era una chica. Alguien, por detrás, rompió el tirante del sujetador de Dwayne, que finalmente salió corriendo lleno de pánico. Pero no pudo correr lo suficiente para escapar del linchamiento.

Dwayne fue brutalmente agredido y quedó semiconsciente durante un par de horas antes de que otro ataque acabó con él, de acuerdo con Khloe, que también fue golpeado y casi violado. Ella se escondió primero en una iglesia y luego en un bosque, y al no llevar el móvil encima no pudo pedir ayuda.

Los amigos de Dwayne lo recuerdan como un joven de risa contagiosa y que soñaba con ser una estrella como Lady Gaga. “Era el más joven de nosotros, pero era una diva”, dice Khloe. “Era muy luchadora, y siempre bromeaba”.

Dentro de la casa okupa, Khloe y Keke todavía hablan con su amigo muerto. “Estoy cocinando y le digo: Dwayne, ¿tienes hambre?, y cosas así”, comenta Keke sentado en un viejo colchón mientras los perros del barrio ladran exterior. “Lo echamos de menos todo el tiempo. A veces creo me parece verlo”, añade Keke.

Pero, al final del pasillo, el cuarto de Dwayne está vacío. Sólo quedan las cortinas de ventana, de color rosa y estampadas con rosas, su flor favorita.

La familia de Dwayne ni siquiera ha reclamado el cuerpo.

13-VIII-13, ap, lavanguardia