Administración Pública: demasiados loros comiendo chocolate

Los gobiernos suelen divagar con grandes números, que resumen en % del PIB, para cuantificar las ganancias de bienestar que generarían algunas reformas económicas: los costes que ahorrarían (o los beneficios que darían) a empresas y consumidores. Los economistas también lo hacemos, porque los números grandes sugieren mayor impacto de la reforma, aunque muchas veces se calculen a ojo de buen cubero. Pero para generar apoyo a las reformas puede ser mejor computar los ahorros de costes o beneficios de otras formas más concretas. Veamos algunos ejemplos que forman parte de nuestra vida cotidiana. ¿Debe renovar su permiso de conducir? Prepárese para pagar una tasa de 22,5 euros a la DG de Tráfico, más el coste del preceptivo certificado médico emitido por centro acreditado, que se limita en sustancia a analizar cómo lee unas letras y cómo oye. Serán entre 50 y 70 euros más. En total, de 75 a 90 euros.

La misma gestión se puede realizar en el estado de Nueva York por 18 euros en total. ¿El secreto? La renovación del permiso la extiende una agencia civil del Estado, y el empleado público que tramita la renovación le hace leer unas letras colgadas en la pared posterior y comprueba su capacidad auditiva mientras le pregunta durante el trámite. Sencillo, y seguro, dados los ratios de siniestralidad. No comparemos ahora los costes totales de expedición inicial del permiso de conducir, porque el asunto merecería columna completa.

¿Debe pasar la inspección técnica de vehículos? Para un automóvil regular le costará al menos 40 euros y tendrá que realizarla en una instalación sujeta a concesión autonómica (¡ay, las concesiones de ITV, qué disgustos pueden dar!). En Nueva York puede ir a cualquier taller mecánico acreditado por el Estado (sin límites territoriales) y tendrá su inspección de 21 puntos pasada a un coste de 16 euros, y más ágilmente.

¿Necesita que den fe pública de una declaración de voluntad? Si es muy sencilla (unos poderes para una firma), la notaría le cobrará de 60 a 70 euros. Como firmar que alguien ha dicho lo que ha dicho no es muy complicado, en otros países no existe un monopolio como el que aquí se otorga a los notarios, y hay muchas personas acreditadas por la Administración para dar fe pública. En Nueva York tendría muchas notarías más cerca y le costaría 23 euros. ¿Qué podría hacer con ese dinero, y el de otras muchas acciones, que se ahorraría? Pues reducir sus deudas, consumir algo más, o ahorrar/invertir. Como esto les pasa a millones de familias, las cantidades agregadas son importantes. Cuando oyen estas cosas algunas personas dicen ¿y si tan bien funcionan fuera por qué no se va a vivir allá? Todavía no se han enterado de que irse fuera es lo que no tienen más remedio que hacer cada año decenas de miles de personas bien formadas: emigrar a países que funcionan mejor, porque hace tiempo han suprimido tantas rentas cautivas que los monopolios legales conceden a interesados privados a cambio de... bueno, esto también daría para otra columna completa.

13-VIII-13, Germà Bel, lavanguardia