asalto a la Biblioteca de Alejandría: primero fueren los cristianistas, ahora, los islamistas

No era la primera vez, pero probablemente tampoco será la última. El 14 de agosto, mientras morían casi 700 seguidores del derrocado presidente Mohamed Morsi en El Cairo, un grupo marchaba disperso en los alrededores de la Biblioteca de Alejandría para manifestar su descontento contra el gobierno interino del general Abdul Fath al Sisi.

Algunos bibliotecarios habían sido advertidos de posibles incidentes impulsivos; en el 2011, tuvieron que resguardar el lugar usando escudos humanos para salvar los anaqueles de la depredación durante 18 largos días. Una medida extrema que no pudo repetirse estos días porque siempre la sorpresa es huérfana y hoy predomina una enorme división entre los trabajadores y el director, Ismail Serageldin, una autoridad que sobrevivió al derrumbe de Hosni Mubarak.

Todo sucedió un miércoles cálido, con brisa leve; en Egipto estaban 83 millones de habitantes polarizados y desconcertados ante el rumbo incierto que tomó la transición política que comenzó en la plaza Tahrir y llenó de esperanza a los admiradores de la primavera árabe, convertida ahora en un verano sangriento.

En las calles de Alejandría, la segunda ciudad más importante, llegaban noticias de los enfrentamientos en la capital y otras regiones mientras la rabia acumulada aumentaba; ya se sabía que algunas fracciones, en venganza, habían prendido fuego a 23 monasterios e iglesias de cristianos coptos en los distritos de Delga, Deir Mawas y Al Minya. En Suez, ardieron las escuelas católicas y franciscanas; en Luxor, tiendas con objetos cristianos. El preludio de una guerra civil, religiosa, étnica como la de Siria o Mali.

Tras un primer intento fallido, en la tarde sucedió lo inevitable cuando se supo que algunas mezquitas como la de Rabaa al Adawiya ardían en llamas y una multitud comenzó a vandalizar la moderna edificación de la Maktabat al Iskandaryah o Bibliotheka Alexandrina; pintaron grafitis en los muros, traspasaron la plaza central, rompieron los quioscos de las librerías próximas, alcanzaron la sala de conferencias, destrozaron lo que encontraron a su paso y luego se dirigieron a lanzar piedras contra los vidrios de la entrada.

Contra toda lógica, el eco precedió al grito; algunos policías cayeron heridos y entonces fue posible comprender que algunos manifestantes estaban disparando y provocaron el pánico hasta que las fuerzas de seguridad pudieron detener los disturbios impidiendo la quema de las colecciones. Ya en la madrugada, sólo quedaba una biblioteca fantasma, rodeada por blindados antimotines, centenares de policías, y las instalaciones cerradas, llenas de escombros, humo, piedras y vidrios. Un comunicado de la dirección del centro lamentó que la ola de violencia afecte a “una institución neutral” afirmando que “el heroico comportamiento del personal”, junto con la policía, ha protegido el edificio “de la irracionalidad”.

En la ciudad, entusiastas seguidores estallaron en llanto pensando en lo que podía pasar y que, por desgracia, puede seguir pasando porque la lucha apenas está en sus inicios y la desestabilización es mayor sin mediadores ni diálogo. De hecho, la confirmación de lo peor fue la denuncia del día 15 de agosto que hizo el ministro del consejo de antigüedades, Mohamed Ibrahim, quien señaló que el Museo Malawi fue saqueado, arrasado y fueron extraídos bienes culturales increíbles. Se conoce con información de fuentes de Interpol que bandas criminales globales aprovechan la situación para realizar saqueos masivos de antigüedades en los asentamientos como ya lo hicieron en Iraq o en Siria, Yemen y Afganistán.

El temor que existe no es infundado, además, porque Egipto, a su manera, es una antología de la historia de la humanidad. De Egipto salieron, como partió Moisés hacia el exilio, los papiros para divulgar a Homero y Aristóteles; de allí vino la creación del códice. En Egipto se tradujo al griego la Biblia y se elaboró su primera versión canónica. En Egipto se midió el tamaño de la tierra y Ptolomeo propuso el modelo del universo que se mantuvo vigente hasta Copérnico...

Otra razón para la cautela y la suspicacia es el pasado reciente de devastación. El 18 de diciembre del 2011 fue incendiado el edificio de la Academia de Ciencias, que albergaba 200.000 materiales desde el siglo XVIII y obras como Description de l’Égypte.

La agresión reciente contra la nueva Biblioteca de Alejandría, no fue solo contra una institución sino contra una concepción sobre el conocimiento compartido que hoy tiene su mejor reflejo en internet. La actual estructura, oficialmente inaugurada en el 2002, fue un homenaje concebido entre el pueblo egipcio y la Unesco a la singular biblioteca que existió en la ciudad que rendía tributo al conquistador Alejandro Magno, que fue la más famosa y la más grande en siglos.

También, es verdad, fue uno de los lugares más perseguidos y atacados en todas sus etapas. La primera biblioteca fue creada por Demetrio de Falero en el siglo III a.C. En un momento inicial, el rey Ptolomeo creyó que podía reunir 500.000 rollos de papiro, pero este magnífico esfuerzo fue ensombrecido por una sucesión interminable de incendios o asesinatos: el fundador fue asesinado al igual que la bibliotecaria y matemática Hipatia.

18-VIII-13, F. Sáez, lavanguardia