"Ideas de España", Oriol Pi de Cabanyes

Ya desde los orígenes de la Reconquista (que es un concepto más reciente de lo que se cree, acuñado por Modesto Lafuente y Cánovas del Castillo, el gran cerebro de la Restauración de la monarquía borbónica con dos partidos turnantes), “España es una fantasía armada”, según el catedrático de Historia Medieval Miquel Barceló en la entrevista que le hace Josep M. Muñoz en el último número de la siempre interesante revista L’Avenç.

Quiere decirse: una idea de España que, de la imagen de la pensínsula Ibérica como unidad geográfica (que nos remite por lo menos a la Hispania romana a la que se refiere a menudo como argumento de autoridad don Paco Marhuenda), traspone una unidad política naturalísima, obtenida por la fuerza de la conquista y mediante la expulsión de moros, judíos y demás infieles, pero unidad geopolítica interpretada siempre al modo unitarista o uniformista.

Ortega y Gasset, que era catedrático de Metafísica, expresa perfectamente este esencialismo nacionalista en su España invertebrada (1922), en el que se identifica el éxito de una nación con la buena organización de su ejército. Y de su idea castellanocéntrica del país sale aquello de que “España es una cosa hecha por Castilla, y hay razones para ir sospechando que, en general, sólo cabezas castellanas tienen órganos adecuados para percibir el gran problema de la España integral”

Lo decía Ortega en puertas del Directorio Militar de Primo de Rivera, influyendo claro está no sólo en José Antonio sino también en el joven Onésimo Redondo, que el mismo año en que nace la Segunda República Española crea las llamadas Juntas Castellanas de Actuación Hispánica pronto convertidas en Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalistas (JONS).

Como alternativa a esa concepción ofensiva de una España hecha por Castilla y sólo comprensible por mentes castellanas se han hecho desde Cataluña grandes esfuerzos en favor de una España interpretada más de acuerdo con su pluralidad, que no por ser negada en tantas ocasiones ha dejado de manifestarse. Y con grandes impedimentos desde que el desenlace de la guerra de Sucesión, con sus decretos de Nueva Planta, negara en la práctica a los antiguos territorios de la Corona de Aragón su condición de fundadores del Estado común surgido de la unidad dinástica.

Pero hasta esta tradición ha sido generalmente ignorada. En Cataluña se ha sentido enormemente la necesidad de comprender la realidad española, de hacerse una idea propia de España. Almirall y Prat de la Riba, Maragall, Cambó, Gaziel, Pere Coromines, Bosch Gimpera, Ferran Soldevila, Espriu... Pero, como denuncia Serrahima en su dietario, ninguno de estos nombres aparece en el libro que el orteguiano Laín publica en 1953 con el título, tan orteguiano, de España como problema...

El problema viene de lejos. Dos ideas de España –una de tradición más impositiva, otra más democrática– continúan contrapuestas.

9-IX-13, Oriol Pi de Cabanyes, lavanguardia