la "crisis", exitoso chantaje bancario al dinero del contribuyente, a Nuestro Dinero

“En un mundo ideal, los bancos habrían sido desmantelados; pero son más grandes ahora que antes de la crisis”. Seis gigantes –Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan, Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo– dominan la banca de EE.UU., todos sistémicamente cruciales y, por tanto, garantizados de facto por el contribuyente.

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Una de las frases más memorables de George W. Bush se pronunció en el cabinet room de la Casa Blanca el 25 de septiembre del 2008, diez días después de la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers. “If the money isn’t loosened up, this sucker could go down”, advirtió. Si (el Congreso) no suelta el dinero, este cabrón se hunde. Se refería al peligro inminente del hundimiento del sistema financiero global, tras extenderse un ataque de miedo colectivo que paralizó hasta los mercados mas líquidos de Wall Street.

120526-bankia-ayuda-frob-causa-justa-recortes-sociales¿Qué pedía exactamente a los congresistas reunidos en el Capitolio ese presidente, defensor en otros momentos de la retirada absoluta del Estado federal de la economía, y de radicales recortes de impuestos sobre las rentas altas y del capital? Pues la inyección de 700.000 millones de dólares de fondos públicos en el sistema financiero, imprescindibles para prevenir la quiebra de otras instituciones financieras de importancia sistémica, como la megaaseguradora AIG que, con millones de euros en derivados explosivos conocidos como credit default swaps en su balance, habría dinamitado al todopoderoso Goldman Sachs si la administración hubiese permitido su quiebra, al igual que había hecho días antes en el caso de Lehman.

Hubo alguna reticencia inicial en el Capitolio ante el rescate a los bancos más poderosos del mundo y nada queridos por la América media a sólo mes y medio de las elecciones presidenciales y legislativas. El secretario del Tesoro Hank Paulson –ex consejero delegado de Goldman– llegó a ponerse literalmente de rodillas ante la líder demócrata Nancy Pelosi para pedir el dinero. Y finalmente el Congreso soltó la pasta. El denominado paquete Tarp garantizó la solvencia de los grandes bancos, tomando participaciones en gigantes financieros como Citibank y Bank of America, permitiendo que bancos especulativos como Goldman o JP Morgan se cobijasen bajo el sistema de garantía federal antes reservada para bancos comerciales. Hasta se facilitó garantías federales al money market (mercado de dinero).

1x1.trans Curso de defensa (personal) ante los bancos. ¡Empodérate!%disenosocialCuando Obama ganó las elecciones un mes después, se comprometió a rediseñar el sistema financiero para que semejante chantaje bancaria al Estado federal jamás pudiera repetirse. Primera tarea: garantizar que el crecimiento de la economía no volviera a basarse en una expansión insostenible de deuda, una burbuja de la vivienda y un déficit externo financiado externamente.

En lugar de “una montaña de arena”, la recuperación se debería construir sobre “roca sólida”, dijo Obama. Segunda: rediseñar el sistema financiero para combatir la especulación, restablecer medidas fuertes de regulación y exigir ratios mucho más exigentes de capital: deuda.

Cinco años después, aunque el coste del Tarp se ha recuperado gracias a la subida de las acciones de los bancos intervenidos, no queda nada claro que se haya logrado ninguno de esos objetivos. “Lo cierto es que no se ha aprendido ninguna lección; la crisis puede volver a producirse”, dijo Robert Shiller, el economista de Yale y autor del libro Exuberancia irracional que ha advertido con clarividencia sobre el peligro de crisis financieras en el pasado. “El sistema bancario no ha aumentado sus ratios de capital, la bolsa está en cotizaciones insostenibles y no se ha hecho casi nada para regular las instituciones financieras que no son bancos”, añadió en una entrevista telefónica.

En algún sentido, el sistema es más vulnerable a un nuevo ciclo de burbujas y crisis, advierte Jeff Madrick, autor de Age of greed ( la era de la avaricia) en una entrevista. “En un mundo ideal, los bancos habrían sido desmantelados; pero son más grandes ahora que antes de la crisis”. Seis gigantes –Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan, Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo– dominan la banca de EE.UU., todos sistémicamente cruciales y, por tanto, garantizados de facto por el contribuyente. Esto crea incentivos para más excesos como la titularización de hipotecas basura.

La mayoría de las medidas de la gran reforma financiera patrocinada hace casi cuatro años en el Congreso por los demócratas Barney Frank y Chris Doddlso aún no se ha aprobado. La llamada norma Volcker para prevenir actividades especulativas en Wall Street, anunciada a bombo y platillo por Obama con el apoyo del ex banquero central republicano Paul Volcker, ha quedado en el tintero. “Los conceptos de la legislación están bien, pero los abogados y los lobbies han prevenido la adopción de las reformas más significativas”, dijo Bob Pollin de la Universidad de Amherst en Massachusetts.

Es más, todo indica que la próxima fase de crecimiento en EE.UU. se construye sobre arena más que roca. “Estamos viendo subidas fuertes del precio de la vivienda, aunque sea de bases bajas, y la desigualdad económica sigue subiendo”, afirma Shiller. Sin medidas para potenciar el poder adquisitivo de las clases medias, difícilmente se podrá generar una nueva fase de crecimiento sin volver a los niveles insostenibles de endeudamiento de antes. Según Emmanuel Sáez, economista de la Universidad de Berkeley, el 95% del aumento de renta en EE.UU. registrado desde el 2009 corresponde al 1% más rico. La renta de los mejor remunerados ha subido el 31,4% desde el colapso de Lehman y la renta del 99% ha subido el 0,4%. “Esta distribución hacia arriba está alimentando la bolsa”, dice Pollin. “Creo que es poco probable que esto impulse una recuperación significativa”.

Pese a lo que se suele decir en Wall Street en momentos de optimismo bursátil, el volumen de endeudamiento corporativo es mayor ahora que antes de la crisis, advierte Edward Altman, de la Universidad de Nueva York. “La percepción general es que la salud financiera de las empresas estadounidenses es mejor que en el 2007; las agencias de rating han subido los ratings y las empresas tienen más efectivo”, explicó Altman en una entrevista telefónica. “Pero si miras el efectivo en relación con la deuda, (es decir, el apalancamiento), la salud es mucho peor”, advierte. Según JP Morgan, el apalancamiento empresarial en EE.UU. –deuda en relación con los beneficios– ha subido un 20% desde el 2010 para situarse un 6% por encima del nivel de octubre del 2008. Es más, uno de cada cuatro dólares de deuda corporativa corresponde a bonos basura, cinco puntos porcentuales por encima de su nivel antes del caso Lehman.

Hasta Larry Summers, el hombre fuerte del equipo económico de Obama en los primeros meses de la crisis, se ha quejado del invencible poder de lobby de Wall Street. “Aparecieron cuatro lobbistas para cada congresista”, se lamentó en Davos a principios de año. Pero lo cierto es que era Summers quien dio vida al Frankenstein de un Wall Street tan poderoso en Washington. Cuando ejercía de secretario del Tesoro en la Administración Clinton, llevó hasta su término la desregulación del sistema financiero iniciado en los años de Reagan. Ahora Summers es el candidato preferido de Obama para presidir la Reserva Federal.

15-IX-13, A. Robinson, lavanguardia

Exdirector de la sección de Economía del The New York Times, ahora investigador del Roosevelt Institute, Jeff Madrick, denunció en su libro Age of greed ( la era de la avaricia), un sistema financiero peligrosamente desregulado y una élite económica corrupta en Estados Unidos. Desde su vivienda en Manhattan hizo un balance de los años post-Lehman Brothers. ¿Se ha hecho lo suficiente desde el colapso de Lehman para prevenir que vuelva a ocurrir algo parecido? No. Está bastante claro que no se ha entendido el mensaje. Hay algunas mejoras en la regulación del mercado de derivados que deberían ser respaldadas por más capital, pero es la excepción. La norma Volcker no se ha adoptado, por tanto siguen mezclándose actividades especulativas con actividades bancarias necesarias. Y la verdadera raíz de la crisis –la titularización– no se ha abordado en el debate. ¿Están los bancos en mejores condiciones que antes de la crisis? En un mundo ideal, los bancos grandes deberían haber sido desmantelados, separando las actividades típicamente bancarias de las más arriesgadas. Pero ni tan siquiera se les ha obligado a mantener niveles de capital suficientes. No se ha forzado a bancos como Goldman o Morgan Stanley a adoptar los requisitos de capital que recomiendan. Tampoco hay requisitos para los hedge funds. Cinco años después es chocante que ni tan siquiera se haya hecho eso. ¿Por qué se ha hecho tan poco? Wall Street tiene un extraordinario poder de lobby ejercido mediante sus aportaciones a la financiación de las campañas políticas. Los lobbistas han contaminado al Capitolio con desinformación y las plantillas de asesores de los congresistas son demasiado pequeñas y les falta conocimientos. Algún financiero, como Bernie Madoff, al menos ha ido a la cárcel. ¿no? Pero en general el Departamento de Justicia no ha perseguido a los responsables de la crisis en Wall Street por la vía penal y debería haberlo hecho. Si lo comparas con las actuaciones de la comisión creada bajo la dirección del fiscal Ferdinand Pecora en 1932, en tiempos de Roosevelt, no se ha hecho casi nada. Luego se legisló la ley Glass Seagall, separando la banca especulativa de la banca comercial. ¿Por qué se ha hecho tan poco comparado con lo que hizo Roosevelt tras el crac del 29? Roosevelt estaba muy dispuesto a echar la culpa al sector financiero y a movilizar a la opinión pública para diluir el poder de los bancos. Geithner y Summers son mucho más moderados. Obama no aprovechó la opinión pública contraria a la banca en su día. Es más, la percepción en al calle era que el TARP era una subvención a los bancos. La decisión de permitir que los ejecutivos de AIG siguieran cobrando sus remuneración extrasalariales fue un grave error y sembró desconfianza respecto a la Administración de Barack Obama. Con los niveles de deuda que hay, ¿habrá peligro cuando los tipos empiecen a subir? No creo que los problemas de deuda sean tan graves ahora. Pero hay un problema de muy bajo crecimiento económico. Debido al sequester (leyes automáticas de restricción presupuestaria). Estamos adoptando políticas absurdas de recortes presupuestarios en un momento nada indicado.

15-IX-13, A. Robinson, lavanguardia