Madrid, presa del inmediatismo partidista

Madrid no ha entrado en decadencia –quién haga este diagnóstico creo que exagera–, pero comienza a acusar de manera bien visible los estragos de la crisis. Madrid puso en marcha la turboeconomía del cemento y el ladrillo. Perforó 28 kilómetros de la sierra del Guadarrama para llevar el AVE a Castilla, Galicia, Cantabria y el País Vasco –el túnel ferroviario del Guadarrama es una de las mayores obras de ingeniería civil en el Sur de Europa en los últimos años–. Canceló, en el 2002, el corredor mediterráneo del mapa de las prioridades europeas. Llevó el tren de alta velocidad a Valencia y dio por inaugurado el Madriterráneo. Colonizó Toledo. Se ramificó en Ciudad Real. Construyó Ciudad Valdeluz al lado del AVE de Guadalajara. Se aproximó a las murallas de Ávila. Y tuvo el gran delirio de Seseña.

     La región de Madrid va mucho más allá de sus confines administrativos. Antes de suicidarse en los años ochenta, el Partido Comunista de España fue el único que se atrevió a proponer un mapa real. En la hora cero de las autonomías, el PCE planteó una Región Centro que abarcase todo el área de influencia de la capital de España e impusiese a esta obligaciones directas de solidaridad territorial. UCD no quiso tanto rojerío junto. (En aquel tiempo, Madrid votaba a la izquierda).

Madrid no se cae a pedazos, pero está encajando golpes que eran inimaginables en la fase galáctica. El agujero de Bankia, la quiebra de las autopistas radiales, el declive de Iberia, la sequía de Barajas cuando todo parecía muy bien organizado para una perfecta centralidad aérea, y esa infausta derrota de la candidatura olímpica con siete mil millones de deuda municipal a cuestas. (Y el corredor mediterráneo, de nuevo en el mapa de las prioridades europeas).

20-X-13, Enric Juliana, lavanguardia