el arzobispo Carlo Maria Viganò, alejado del Vaticano

La Santa Sede encajó ayer con suma irritación un grave escándalo que sacude sus cimientos, cuestiona su conducta ética y deja entrever oscuras conspiraciones internas. Una investigación de la cadena de televisión privada La 7 dio a conocer el miércoles el contenido literal de diversas cartas, algunas de ellas dirigidas al propio Benedicto XVI, en las que el ex número dos del Governatorato (máximo órgano de gobierno) del Estado de la Ciudad del Vaticano, el arzobispo Carlo Maria Viganò, denunciaba las habituales corruptelas y la nefasta gestión económica.

La exclusiva de La 7 ocupó un programa de dos horas, dirigido por el periodista Gianluigi Nuzzi, autor de otro libro explosivo, "Vaticano S.A." (Planeta, 2010), sobre los turbios manejos financieros en el centro del poder católico.

Lo más dañino de la nueva revelación es que las acusaciones de corrupción, duras e inequívocas, las hizo el propio prelado en misivas dirigidas al Papa. Viganò fue secretario general del Governatorato entre julio del 2009 y octubre del 2011. De inmediato descubrió que la concesión de obras y servicios se hacía de manera muy irregular, siempre a las mismas empresas y a un coste a menudo desorbitado. El Estado de la Ciudad del Vaticano perdió casi 8 millones de euros en el ejercicio 2009 y había que tomar medidas urgentes. Viganò se puso manos a la obra, con gran rigor. El presupuesto del pesebre navideño de la plaza de San Pedro, por ejemplo, era de 550.000 euros. Él lo hizo bajar a 200.000 euros. Viganò intervino en otras áreas donde había un sospechoso despilfarro, como el mantenimiento de los jardines y la compra de flores. Otro objeto de vigilancia fue el comité de finanzas y gestión –compuesto por laicos– que asesoraba para hacer inversiones, a veces ruinosas. En una sola operación, en una mañana, el Vaticano perdió 2,5 millones de dólares.

Viganò tuvo mucho éxito en el saneamiento de las finanzas, tanto que, en un solo año, logró pasar de unas pérdidas de 8 millones a unos beneficios de 34,4 millones. Pero su trabajo no gustó a todos, quizás porque peligraban privilegios. Empezaron a publicarse artículos anónimos contra él en el diario Il Giornale (propiedad de Berlusconi). Viganò se sintió víctima de un complot interno y apeló al Papa, en un tono casi dramático. “Mi relevo provocaría desconcierto en cuantos han creído que sería posible sanear tantas situaciones de corrupción y prevaricación”, escribió el arzobispo al Pontífice. De nada sirvió su grito de socorro. Aprovechando la súbita muerte del entonces nuncio en Washington, Viganò fue nombrado para este puesto, de altísimo rango diplomático, aunque se interpretó como la clásica patada hacia arriba, un modo de deshacerse de un personaje incómodo en Roma.

El portavoz vaticano, el padre jesuita Federico Lombardi, emitió ayer una severa nota sobre la exclusiva periodística y expresó “la amargura por la difusión de documentos reservados”, confirmación indirecta de que las cartas al Papa son verdaderas. Lombardi señaló los “métodos periodísticos discutibles” usados en el programa de televisión, como parte de “un estilo de información facciosa respecto al Vaticano y la Iglesia católica”. El portavoz amenazó con emprender acciones legales por el ataque a la honorabilidad de ciertas personas, incluso de la Secretaría de Estado vaticana, que desprende la reconstrucción periodística.

Lombardi reconoció el rigor administrativo mostrado durante el mandato de Viganò y lamentó que el programa de La 7 presentara una realidad muy compleja “de modo parcial y banal, exaltando evidentemente los aspectos negativos”. El portavoz insistió en que la designación de Viganò como nuncio apostólico en Estados Unidos, “una de las tareas de mayor relieve de toda la diplomacia vaticana”, “es un prueba indudable de estima y confianza por parte del Papa”.

27-I-12, E. Val, lavanguardia