(el contribuyente gorrero y) el cierre de Canal9

Hay dos fenómenos informativos singulares en España: la fragmentación de la televisión pública -13 comunidades de 17 tienen canales propios- y el poderío de la prensa deportiva, con cuatro rotativos de referencia y tiradas considerables.

El cierre de Canal 9 es otro episodio de la gran tragedia económica española: una sociedad que no entiende la figura del contribuyente, sus derechos y obligaciones. De entrada, es contribuyente aquel que no tiene opción de ser otra cosa (delincuente fiscal incluido). Una vez se pagan impuestos -y precisamente por eso- tendemos a exigir al Estado, a modo de vendetta, que nos proporcione de todo. Que cubra no ya nuestras necesidades sino también nuestros caprichos: yo pago impuestos, luego exijo y exijo mucho.

O el contribuyente gorrero.

No he conocido a ciudadano más coherente que el de EE.UU. Al principio asustan. "Hay gente que elige ser pobre", oí decir con toda naturalidad a una estadounidense con pinta de buena gente y partidaria de recortes sociales. Uno escucha estas cosas y piensa: ¡desalmados!

Con los años, vas descubriendo que los estadounidenses no son tipos sin escrúpulos ni su sociedad es cruel. Simplemente, se rigen por una máxima crucial que sólo la crisis puede ayudar a grabar de una vez por todas en nuestra psique colectiva: el Estado sólo te da aquello que te quita antes.

Con la mentalidad española del contribuyente gorrero, los dirigentes están obligados a ser rumbosos (empezando por sí mismos). ¿En qué ha consistido la fiesta económica española? En gastar los fondos públicos más allá de lo razonable en obras tangibles, ya fueran polideportivos, aeropuertos, estaciones de AVE, grandes hospitales o televisiones. La juerga ha marginado a sectores como la investigación o la creatividad porque son invisibles y el contribuyente gorrero quiere tocar pelo. El error estratégico más grave del presidente Rodríguez Zapatero fue responder a la crisis con narcóticos en forma de nuevos subsidios y nuevas ayudas. Ese mensaje nefasto reforzó la muy española creencia de que el Estado tiene recursos ilimitados para asegurar nuestro bienestar.

Ha cerrado Canal 9 y es ahora cuando, por primera vez en tres decenios, la sociedad debate si necesita o no televisiones autonómicas (o a qué escala y con qué objetivos). Durante años, nadie ha puesto en duda el panorama televisivo y los gobiernos han inyectado rutinariamente fondos. Hoy, el colofón es la simplista disyuntiva de "cerrar escuelas o televisiones".

Nota: el presidente Fabra es el primer gobernante que se carga un formidable instrumento para procurarse la reelección. Razones tendrá.

9-XI-13, J. Luna, lavanguardia