Presidente alemán, a juicio por un regalo de... 800 euros

Ayer comenzó en Hannover un juicio contra el expresidente federal alemán, Christian Wulff. Es la primera vez que un presidente responde ante un tribunal, aunque sea por una minucia.

   Wulff, un católico conservador de familia humilde y desestructurada, con un padre que se fue de casa a los dos años de nacer él y una madre aquejada de esclerosis múltiple, fue un hombre hecho a sí mismo que ascendió desde bien abajo. Dicen que por ello desarrolló cierta fascinación por la gente famosa y de dinero. Del 2003 al 2010 fue presidente de Baja Sajonia. Estrella en ascenso en la CDU, Merkel lo aparcó en la presidencia federal, un cargo con poco contenido político en el que no podía hacerle sombra, como hizo con tantos otros. Como presidente, Wulff se salió del guión que se esperaba de él y protagonizó dos declaraciones sonadas; una contra los bancos, por su manifiesta irresponsabilidad en el casino que explotó en 2007-2008, y otra redimiendo al islam al afirmar que formaba parte de Alemania, un guiño a la numerosa comunidad de esa confesión existente en Alemania, que se tiende criminalizar y hostilizar.

El 13 de diciembre del 2011 el diario Bild, que es la extrema derecha del establishment mediático, destapó la ambigüedad de Wulff en el caso de un crédito que recibió de una familia adinerada amiga para comprar su casa, después de que el político rehiciera su vida, separándose de su primera mujer y casándose con la joven Bettina Körner, catorce años más joven que él y que acabó siendo la primera primera dama europea en exhibir un tatuaje en su hombro. En aquel crédito no había nada ilegal, pero Wulff había negado su existencia en una pregunta parlamentaria, lo que quedó feo...

Siguieron otras acusaciones sobre favores de poca monta. La prensa alemana, tan laxa en materia de bancos, examinó con lupa las invitaciones que Wulff recibió. Acosado, el presidente dimitió el 17 de febrero del 2012, un año después se divorció de Bettina. Pagando 20.000 euros de multa el asunto judicial habría concluido, pero Wulff dice luchar por su honor. Admite errores, pero nada indigno. El juicio durará varios meses y es por una invitación de 800 euros para asistir a la Fiesta de la Cerveza de Munich, que pagó el productor de cine y amigo David Groenewold.

15-XI-13, R. Poch, lavanguardia