la Ucrania europeísta mantiene la presión en las calles de Ki’iv

Aunque la multitudinaria protesta del domingo se había reducido ayer a unos cuantos miles de manifestantes, la situación en Ucrania permanecía tensa en un fiel reflejo de la realidad de esta ex-república soviética: dividida desde hace años entre Occidente y Rusia. Los partidarios de la oposición intentaron entrar en la sede del Gobierno, pero fueron frenados por las fuerzas antidisturbios, que tuvieron que usar gases lacrimógenos de forma puntual. Los manifestantes instalaron el domingo decenas de tiendas de campaña, una escena que recuerda la revolución naranja del 2004.

Hace nueve años el dilema ucraniano era el mismo: seguir bajo un régimen corrupto y sumiso a las políticas de Rusia, o dar un volantazo, mirar hacia Occidente y comenzar a andar un camino hacia la integración en la Unión Europea. La semana pasada el Gobierno ucraniano rompió las esperanzas de la oposición prooccidental, en cierta forma heredera de aquella revolución.

La UE culpó ayer a Rusia del volantazo ucraniano. En un comunicado conjunto el presidente del Consejo de la UE, Herman van Rompuy, y el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, abogaron por dejar a Ucrania libertad para elegir.

“La Unión Europea no obligará a Ucrania, ni a ningún otro socio, a elegir entre la UE y cualquier otra entidad regional. Por lo tanto, desaprobamos rotundamente la posición de Rusia y las acciones en este sentido”, dijeron en un comunicado.

Estaba previsto que Ucrania firmara el próximo viernes el acuerdo de asociación y libre comercio con la UE durante una cumbre en Vilna (Lituania). Pero de repente el Gobierno de Kíev anunció el jueves pasado que cancelaba la firma y que, en su lugar, intentará acercarse a la Unión Aduanera que apadrina Rusia y a la que también pertenecen Bielorrusia y Kazajistán.

En verano Moscú comenzó a endurecer las inspecciones a las importaciones ucranianas, lo que se interpretó como un primer aviso. Luego los consejeros del Kremlin comentaron que firmar con Bruselas es incompatible con la Unión Aduanera y, en especial, con los beneficios que obtienen sus allegados. La industria ucraniana, muy vinculada a la rusa, también se vería afectada.

El último mes entró en escena el gas. Ucrania tiene una fuerte dependencia del gas ruso que, además, logra pagar a duras penas. Las deudas acumuladas llevaron a Moscú a sugerir que Ucrania pague por adelantado.

La decisión se tomó días después de que el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, hiciese un viaje relámpago a Rusia para encontrarse con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en uno de los aeropuertos de Moscú. No se sabe de qué hablaron, pero tras valorar lo que ganaba y lo que perdía con la firma, el primer ministro Mikola Azárov anunció que Ucrania cancelaba, de momento, el sueño europeo. Tras esta decisión, Rusia puede comenzar a abrir la mano. El mismo Azárov dijo el domingo que Moscú ha aceptado revisar el contrato sobre el gas, que Ucrania considera desfavorable.

Están en contra las decenas de miles de personas que la oposición reunió el domingo en las mayores protestas desde la revolución naranja. Acusan a Yanukóvich de “traición” por no cumplir su promesa de apostar por la UE.

La situación actual no se puede comparar a la del 2004, pero la protesta del domingo, con decenas de miles de personas, ha levantado esperanzas de que la calle pueda volver a decidir la gran política en Ucrania. La UE no pierde la esperanza. “La oferta está todavía en la mesa”, dijeron Van Rompuy y Barroso.

A Víktor Yanukóvich todavía se le espera en Vilna. A la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, podrían apoyarla la canciller alemana, Angela Merkel; el premier británico, David Cameron, o el presidente francés, François Hollande, para intentar dar la vuelta a la situación. Yanukóvich, fuera de foco hasta ayer, sí asistirá, aseguró el Ministerio de Exteriores de Ucrania.

El presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, volvió a demostrar ayer su talante práctico en su primera aparición pública desde la renuncia al pacto con la UE. En un intento de calmar los ánimos, aseguró en un comunicado que su decisión de no firmar el acuerdo con la Unión Europea se debe a necesidades económicas. “Quiero paz y calma en nuestra gran familia ucraniana”, afirmó. Y aseguró que su Gobierno no descarta establecer lazos más fuertes con la UE. “No hay alternativa a la creación en Ucrania de una sociedad con los estándares europeos”, explicó, respondiendo así a quienes le acusan de “traicionar” el sueño europeo. Una de esas voces es su principal rival política, la ex primera ministra y líder de la revolución naranja Yulia Timoshenko, encarcelada desde el 2011 por abuso de poder. Ayer anunció que iniciaba una huelga de hambre en apoyo a los manifestantes anti-Yanukóvich.

26-XI13, G.Aragonés, lavanguardia