España cañí -140: (mucho) Dinero Público para submarinos "marca España" que no flotan

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Sacar a flote el famoso submarino S80 made in Spain costará a las arcas públicas un suplemento de 800 millones sobre los 1.316 aportados por el Ministerio de Industria para el desarrollo y la fabricación de 4 sumergibles destinados a la Armada. Ese incremento de coste supone una desviación de 315 millones sobre los 1.720 presupuestados para el programa y será cubierto por el Presupuesto público, sin que le afecten los ajustes del déficit que el Ejecutivo de Mariano Rajoy seguirá cargando en 2014 sobre los salarios de los funcionarios, la reducción de plantillas y el recorte de los servicios públicos esenciales. La decisión de asumir el sobrecoste se ha tomado sin la preceptiva investigación y la consiguiente explicación al Parlamento de los insólitos fallos en los que ha incurrido Navantia y que han impedido literalmente que el S80 pueda flotar.

Para determinar unos errores que habrían sido un filón para Gila, Navantia contrató a unos ingenieros de la casa estadounidense Electric Boat que, por la módica cantidad de 14 millones de euros, se personaron en la factoría de Cartagena y como si se tratara del señor Lobo de Pulp Fiction, echaron una ojeada y detectaron una desviación del peso del sumergible de 180 toneladas. Navantia había evaluado el sobrepeso en 70 toneladas. Alguien había averiado la báscula y engordado el cilindro más de la cuenta. Pero los cables, los tubos, las soldaduras, gran parte del equipamiento técnico y el motor eléctrico principal, que ha sido desarrollado por la empresa Catery, una filial de la multinacional con capital mayoritariamente español Gamesa, ya habían sido instalados, y en esta tesitura se imponía un rediseño consistente en alargar un 10% los 71 metros del casco y en desplazar el centro de gravedad del buque. Para supervisar esta modificación, la Electric Boad ha dejado un ingeniero en Cartagena.

Aunque la Armada debía supervisar el diseño y la construcción del submarino, cuyo primer ejemplar llevará el nombre de Isaac Peral, ninguno de sus expertos detectó el fallo. Aunque el Canal de Experiencias Hidraúlicas de El Pardo cuenta con magníficos ingenieros navales, ninguno pudo evitar lo irremediable: el ridículo internacional del submarino totalmente español. Aunque en 2009, la demanda mundial de submarinos se cifró en 130 sumergibles y Navantia aspiraba a ofrecer su producto, sus expectativas comerciales se han visto truncadas. Ni el ministro de Industria, José Manuel Soria, ni el de Defensa, Pedro Morenés, han informado del fiasco al Parlamento. Éste último acumula 48 solicitudes de comparecencia no atendidas y el lunes fue duramente criticado por el socialista Diego López Garrido de “ningunear al Congreso“.

El compromiso de aportar 800 millones de euros más para los cuatro submarinos supone un desvío de 315 millones sobre el programa inicial y sitúa, a día de hoy, el coste de cada uno en 533,75 millones de euros. Nada que ver con los 300 millones de euros de los Scorpene, construidos por Navantia en colaboración con los astilleros militares públicos franceses. Navantia rompió amarras con la DCNS francesa al comienzo del nuevo siglo, con José María Aznar de jefe de Gobierno, y se embarcó en el diseño de un sumergible ”cien por cien español“, aunque con aportación tecnológica inglesa.

La única explicación sobre el retraso de tres años y el fracaso del diseño del S80 que el Gobierno ha remitido a los representantes del soberano figura en la partida 464B del Presupuesto de Industria para 2014 y consiste en la asignación de un crédito con los primeros 208,7 millones de los 800 comprometidos. En la justificación del gasto se lee: ”Consiste en el desarrollo por la industria española liderada por Navantia como contratista principal de submarinos avanzados, dotados de los más modernos sistemas de propulsión, de equipos de autoprotección, comunicaciones y combate. Será el primer submarino de diseño, desarrollo y producción totalmente nacional –como si el del ingeniero Peral no lo hubiera sido hace 125 años– que permitirá posicionar a las empresas españolas en el mercado de submarinos, con gran trascendencia ante una hipotética reorganización del sector naval militar europeo”.

Aunque en el Consejo de Administración de Navantia están el almirante jefe de apoyo logístico de la Armada, Estanislao Pery Paredes, el director general de Armamento y Material del Ministerio de Defensa, José Manuel García Montaño, y el jefe del Gabinete de la subsecretaria de Defensa, el presidente de Navantia, José Manuel Revuelta Lapique, y su superior de la SEPI, Ramón Aguirre, han optado por colocar al almirante retirado José Manuel Sanjurjo para que dirija la factoría de Cartagena y controle el rediseño del submarino. Entre las capacidades más novedosas del buque estará la recuperación de drones (minisubmarinos de espionaje y ataque no tripulados) y la posibilidad de desembarcar combatientes bajo el agua para realizar operaciones especiales.

30-X-13, L. Díez, cuartopoder.es