la "disciplina de partido", negación de la democracia (en los instrumentos para ejercerla)

Un diputado, un voto. ¿De quién? Del partido, a pesar de que la Constitución y el Estatut proclaman que los diputados de allí y de aquí no están sometidos a mandato imperativo alguno. Los parlamentarios gozan del derecho de inviolabilidad en sus opiniones en ejercicio del cargo, también en sus votaciones, pero no respecto a la democrática dictadura de los partidos. En las formaciones políticas se impone la disciplina, y las sanciones y amenazas de expulsión están hoy a la orden del día en el sistema parlamentario...

La Constitución convierte a los partidos en expresión del pluralismo político e instrumento fundamental para la participación, pero su omnipresente poder limita la capacidad de representación de los parlamentarios, representantes fácticos del pueblo, y socava la relación con los electores. Con las listas cerradas y bloqueadas, la actuación de los diputados depende más de contentar al partido que a los ciudadanos, que al final sólo pueden aspirar a votar entre quienes otros han elegido para integrar las candidaturas. Digerir la disciplina del partido es hoy condición indispensable para repetir en la lista de la siguiente legislatura, si una nueva ley electoral no lo impide y acaba haciendo a cada diputado dueño de su voto.

14-I-14, Isabel Garcia Pagan, lavanguardia