las comparaciones son siempre odiables (por ejemplo, entre el Reino Unido y España)

Al final puede que haya divorcio, o que no lo haya. Pero en cualquier caso, y por el bien de los hijos (es decir, todos los británicos), Londres ha empezado a hacer los preparativos para una eventual disolución de la Unión con Escocia. Y ha informado a los mercados financieros, siempre susceptibles, de que pagará “hasta el último penique, y en cualquier circunstancia”, de las deudas en que incurra el Reino Unido hasta el momento mismo en que se consuma –si eso es lo que guarda el destino– la independencia.

El primer ministro británico, David Cameron (a la izda.), y su homólogo español, el presidente Mariano Rajoy.El Tesoro británico está orgulloso de su solvencia, y de que sus bonos apenas paguen intereses (como los norteamericanos o los alemanes) por considerarse los más seguros del mundo. Y no quiere que la inevitable incertidumbre sobre la relación con Escocia de aquí al referéndum del 18 de septiembre altere esa percepción, su capacidad de endeudarse o el rating de las caprichosas agencias financieras. “Esta garantía incondicional nos pone en una posición negociadora muy fuerte”, ha declarado satisfecho el primer ministro escocés, Alex Salmond, que combate la noción de que un voto a favor de la soberanía pueda perjudicar económicamente al país, y acusa a Londres de “fomentar el miedo con afirmaciones sensacionalistas” de que se quedaría fuera de la Unión Europea, la OTAN, la ONU, la OCDE y todas las grandes instituciones, y tendría que solicitar el ingreso a partir de cero. Su planteamiento es que la realpolitik se impondrá a la hora de la verdad, y tanto a los mercados como a los grupos supranacionales les conviene una Escocia lo más próspera posible, con la que importar y exportar, y donde invertir. Y lo demás es pura retórica, con presiones del Gobierno español (por el precedente que podría significar para Catalunya) y con la connivencia de Bruselas.

El Tesoro, en cualquier caso, ha dejado claro que, con independencia de esa garantía, negociaría con una Escocia independiente el reparto de la deuda de Gran Bretaña, que en la actualidad suma 1,68 billones de euros (un 76% del PIB). Esa sería la parte más difícil, el equivalente de cuando una pareja divide los bienes tras la separación, porque existen criterios muy diversos para determinar la carga que deberían asumir los escoceses. Uno de ellos es la población, otro son las transferencias de dinero que el Gobierno central realiza a Edimburgo. El reparto de esa deuda determinaría inicialmente el crédito de Escocia en los mercados internacionales, su prima de riesgo y su capacidad para endeudarse emitiendo bonos. “La impresión generalizada es que de entrada tendría que pagar un 1.5% más por el dinero de lo que se le cobra en la actualidad al Reino Unido”, opina el economista de la BBC Robert Peston.

Aunque las garantías del Tesoro se traducen teóricamente en que Escocia podría lavarse las manos a la hora de pagar la deuda británica, en la práctica no es así, ya que en ese caso el país perdería toda credibilidad como acreedor, y no estaría en condiciones de negociar con Londres dos cuestiones de suma importancia: el petróleo del Mar del Norte y la conservación de la libra esterlina como moneda y del Banco de Inglaterra como garante monetario. Londres diría lógicamente que hay que estar a las duras y a las maduras: si se dividen los bienes hay que dividir también las deudas. Aparte del porcentaje de la deuda que corresponde a Escocia, otros aspectos esenciales de la negociación –de triunfar la independencia– serían el plazo y el interés para pagarla. “El Tesoro británico se convertiría en acreedor del nuevo Tesoro escocés, y partimos de la base de que dispondría de catorce años y medio para pagarla, que es el promedio del plazo en el que van a madurar los bonos que actualmente tiene emitidos el Reino Unido en los mercados internacionales. Y el interés debería ser mayor que el interés que nosotros pagamos actualmente, por tratarse de un país más pequeño sin antecedentes fiscales”, señala el Ministerio de Economía.

14-I-14, R. Ramos, lavanguardia

“España debería seguir el ejemplo del Reino Unido”, canal Bloomberg