el Precio de Venta al Público de la Ciudadanía Europea está, de momento, caro

  Por el precio de un Porsche pronto será posible comprar algo más valioso: el pasaporte de un país europeo, lo que implica poder residir en la UE y moverse libremente por todo el continente y buena parte del mundo.

Es lo que se dispone a hacer Malta, el último de los países que se ha sumado a la tendencia de atraer millonarios con el reclamo de abrirles las puertas de Europa. Aunque los gobiernos nacionales tienen plena soberanía para decidir quiénes pueden ser sus ciudadanos, el plan maltés ha enfurecido a las instituciones comunitarias. Va mucho más lejos que España, Grecia, Chipre, Portugal, Irlanda o Reino Unido, por ejemplo, países que ofrecen permisos de residencia a cambio de comprar inmuebles o invertir en el país una cantidad variable de dinero (500.000 euros en el caso español).

    El Gobierno de Malta ha encontrado una vía fácil para mejorar la salud de sus arcas públicas: ofrecer su nacionalidad (y la ciudadanía europea) a cualquiera que disponga de 1,15 millones de euros. El precio original era aún más bajo (650.000 euros) pero la oposición obligó al ejecutivo laborista de Joseph Muscat a elevar las exigencias. Además de pagar 650.000 euros a un "fondo de desarrollo nacional", los interesados deberán invertir durante al menos cinco años 350.000 en bienes inmobiliarios en la isla y 150.000 en bonos malteses. A cónyuges e hijos menores de edad se les hace un precio especial: sólo deben aportar 25.000 euros más.

El Gobierno maltés se ha comprometido a no conceder más de 1.800 pasaportes por esta vía y a hacer públicos los nombres de las personas que los consigan. El programa "se dirige a personas y familias con un altísimo patrimonio neto", explica en su página web la empresa Henley and Partner, encargada por el Gobierno de su gestión. Supone obtener la nacionalidad de un país de la UE e implica el derecho a establecerse cualquiera de los 28 países comunitarios. Hay una ventaja adicional: no es necesario pasar ningún tiempo en Malta para conseguir el pasaporte.

Estrasburgo rugió la semana pasada contra el plan. La ciudadanía europea no está en venta, "no debe convertirse en una mercancía", advirtió el Parlamento Europeo en una dura resolución en la que pide al Gobierno de la isla mediterránea que revise el programa. "El hecho de disponer de recursos no debería ser el criterio principal para otorgar la ciudadanía de la UE", indica el texto, que advierte de la posible relación de estas solicitudes "con el fraude o el blanqueo de capitales". La venta directa de una nacionalidad europea "socava la confianza mutua en que se basa la Unión", sus logros y valores "no pueden llevar pegada una etiqueta con un precio", recalca.

El Gobierno maltés hizo caso omiso al llamamiento de la Eurocámara. "Hemos tomado nota de lo que se ha dicho. Avancemos", replicó desde La Valeta el primer ministro maltés el pasado jueves. El plan empezará a funcionar en febrero. El Gobierno asegura que será "muy selectivo". Debería serlo si no quiere que se perciba al país como un coladero de criminales, como les ocurrió a algunas islas caribeñas después del 11-S, con el riesgo añadido de que países terceros empiecen a pedir visado a sus nacionales.

Viviane Reding, comisaria europea de Justicia, no se resigna a que la UE no tenga competencias en la materia y los servicios jurídicos del ejecutivo comunitario están estudiando si hay alguna base para pedir al Gobierno maltés que dé marcha atrás. La Eurocámara ya le ha pedido que "evalúe los distintos regímenes de concesión de la nacionalidad" desde el punto de vista de "los valores europeos, la letra y el espíritu de la legislación". Reding se mostró categórica durante el debate parlamentario en su oposición a estas prácticas, conocidas como cash-for-passport. "Los gobiernos sólo deberían conceder la nacionalidad a personas que tienen un vínculo o conexión auténtica con el país en cuestión", reivindicó.

El Instituto Universitario Europeo, con sede en Florencia, ha preguntado a varios expertos si la nacionalidad debería estar a la venta. Aunque la mayoría de los profesores consultados coinciden con la coordinadora, la canadiense Ayelet Shachar, en que es el tipo de bien inmaterial que no debería monetizarse y en la injusticia que supone para los solicitantes sin recursos, las respuestas abordan cuestiones más polémicas. Por ejemplo, la arbitrariedad de los criterios con que se concede la nacionalidad en muchos países (nacimiento, descendencia, logros científicos o artísticos) o la pérdida de significado de la nacionalidad en sí misma como consecuencia de la globalización.

Pero si poner un precio a un pasaporte lo devalúa, plantea el profesor Vesco Paskalev, aumentemos su valor concediéndolo a quienes más lo merecen: manifestantes egipcios, filtradores estadounidenses o punkis rusas... "Si eres rico, tendrás pasaporte de Malta. Si eres honesto quizás consigas el de Suecia", dice.

Es posible que a los potenciales candidatos de los programas cash-for-passport les sea completamente indiferente mientras el papel les abra las puertas de Europa de par en par.

20-I-14, B. Navarro, lavanguardia