inmorales, por evitables, negligencias hospitalarias

Medical errorsLas actuaciones hospitalarias nunca son a riesgo cero, pero un análisis de 245.320 episodios en los hospitales españoles entre los años 2008 y 2010 muestra que en el 6,8% de los casos hubo complicaciones por errores evitables. El 14,3% de los pacientes involucrados en esos errores –eventos adversos en argot técnico- murieron, cuando la mortalidad media de los que no tuvieron esas complicaciones era del 3,5%. Y todo eso además supuso un sobrecoste asistencial del 7%.

Las consecuencias médicas de los fallos evitables se conocían por medio de otros estudios semejantes realizados sobre un número alto de pacientes y centros, pero “por primera vez hemos podido concretar el efecto económico que tienen esos eventos adversos y, por eso, sacar consecuencias de lo que vale en euros invertir en seguridad, protocolos y coordinación”, resume el autor principal del estudio, Francesc Cots, economista de la Salut y director de control y gestión del hospital del Mar.

Los llamados eventos adversos no son errores por negligencia y no incluye los que tienen unas consecuencias jurídicas. Son un montón de pequeños fallos que podrían minimizarse con una organización más estricta de los protocolos de seguridad, con mejor comunicación y mejor gestión de los equipos.

viñetas de negligencia médica, viñeta de negligencia médica, cuadro de negligencia médica, cuadros de negligencia médica, imagen de negligencia médica, imágenes de negligencia médica, ilustración de negligencia médica, ilustraciones de negligencia médicaEsos errores evitables tienen consecuencias muy diversas. Para unos será una infección grave tras una operación que le cueste una sepsis y quizá la muerte. Para otros es más dolor, más días en el hospital del necesario o una peor rehabilitación. Los qué más complicaciones evitables tenían, según el estudio, fueron intervenciones complejas: por ejemplo, las traqueotomías con ventilación mecánica durante periodos largos tienen problemas en el 93,1% de los casos. Es la actuación con más problemas, pero por la importancia y el volumen de afectados destacan las intervenciones de intestino delgado y grueso y las operaciones de válvulas cardiacas (no incluye cateterismos). Entre el 25% y el 28% de los casos de estas operaciones se complicaron. Y eso supuso un incremento del gasto en esas intervenciones de entre el 13% y el 24’9%. “En euros, varios miles en cada intervención que se podrían dedicar a reducir lista de espera”, señala Cots.

“Cada infección del tracto urinario, la mayoría provocadas en ancianos y relacionadas con la colocación y manejo de la sonda, cuesta 2.000 euros extra. Cada una que evitáramos permitiría operar dos cataratas”, explica el economista. Por cada sepsis evitada se podría atender doce cataratas, o cinco partos y casi se podrían colocar dos prótesis de rodilla.

Algunos de los fallos derivan de algo tan elemental como no lavarse las manos: “las oportunidades de pasar una infección de enfermo a enfermo son numerosas en una sola mañana”. O de preparar o no correctamente una operación con la profilaxis antibiótica o la administración de anticoagulante. O con el hecho de que se administre a las horas correctas la medicación. Y sobre todo, que todo el mundo tenga claro quién tiene que hacerlo.

Otros fallos son consecuencia de la sobrecarga laboral o de ese suplente del último momento que no tiene a mano la información necesaria. O de que la información se pase oralmente y en el pasillo mientras se cambia de turno y no conste por escrito.

Los autores –de Barcelona (Mar, IMIM, Pompeu Fabra, Salut Pública), de Zaragoza y de la Red de Investigación de servicios de Enfermedades Crónicas de España– añaden la incorrecta supervisión de la actividad, que consideran imprescindible para definir el problema y la solución y establecer el modo seguro de hacer las cosas”.

“Creemos que se puede romper con el ‘estas cosas pasan’”, advierte Francesc Cots.

3-III-14, A, MacPherson, lavanguardia

Una de las primeras normas que, según los expertos, en seguridad hospitalaria hará rebajar las probabilidades de errores evitables y sus consecuencias en los pacientes es que al entrar en quirófano se hiciera un check list, “como en los aviones”, apunta el economista de la salud e investigador de servicios sanitarios del hospital del Mar, Francesc Cots. La primera pregunta para ese visto bueno antes de operar es que el cirujano o cirujana sepa el nombre de la enfermera-enfermero instrumentista. La lista incluye desde que esté todo el material dentro, por ejemplo, la prótesis, pasando por asegurarse de que el paciente es el que es y validar el nombre, controlar que hay reserva suficiente de sangre o que las pruebas del preoperatorio no han caducado.

En el hospital del Mar, por ejemplo, funciona, a propuesta de los profesionales, un sistema de alerta de tromboembolismo. Cuando al ver a un paciente se aprecia ese riesgo, se introduce en su historia de manera que, si le van a operar, aparece esa alerta y el paciente recibirá medicación para prevenirlo.

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