no sabemos ni cuánto, ni en qué, ni dónde el Gobierno se gasta Nuestro Dinero

Sorprende que a estas alturas, unos datos que deberían ser hechos públicos de forma obligatoria y anual -sólo se conocieron una vez, en el 2008, con cifras del 2005, y a resultas de la presión sobre el gobierno del socialista Zapatero-, sigan siendo motivo de polémica política y de oscurantismo por parte de la Administración del Estado. A nadie se le ocurre que el ministerio deje de publicar el IPC mensual con el argumento de que los ciudadanos no están suficientemente preparados para conocer el dato, como si todavía nos halláramos en tiempos del despotismo ilustrado. La resistencia a la publicación de los saldos, los subterfugios en forma de cuentas territorializadas, así como el argumento perogrullesco de que no son los territorios los que pagan sino los ciudadanos, abonan la tesis de que ese reparto de fondos estatales no sólo no es justo, sino que es causa de agravios entre ciudadanos y entre territorios, como se viene advirtiendo desde hace tiempo.

Después de más de 36 años de democracia en España, no debería existir ningún obstáculo para saber de qué forma se gastan y reparten los fondos públicos. La publicación de las balanzas fiscales permitirá tener una visión de conjunto y poner las bases para un mejor reparto en el futuro. Casi sonroja recurrir a la célebre frase de Dürrenmatt -"qué tiempos estos en los que hay que luchar por lo obvio"- para poner de manifiesto la sinrazón de tanta opacidad.

6-II-14, lavanguardia

nddr: mapa de http://www.irph.es/balanzas_fiscales.php