estamos en guerra, también en el norte de Nigèria

"La ciudad de Baga ya no existe. Ha sido arrasada". Musa Alhaji Bukar, portavoz del gobierno de la provincia de Borno, en el nordeste de Nigeria, dio ayer la voz de alarma. Los ataques que durante varios días perpetró la banda fundamentalista Boko Haram en el nordeste de Nigeria han seguido la táctica de tierra quemada: no se ha dejado nada en pie.

Durante días la zona ha estado incomunicada, así que el goteo incansable de refugiados a los países vecinos y los desplazados que llegan a Maiduguri, la capital provincial situada a 200 kilómetros al sur, han sido los primeros testimonios del horror. Y las descripciones son un descenso a los infiernos de la banda: hablan de calles llenas de cadáveres, entre ellos ancianos, mujeres y niños, cacerías durante horas de quienes se escondían en el bosque y de cientos de edificios calcinados. Aunque la zona está bajo control de la milicia extremista y nadie ha podido acceder para hacer un recuento fidedigno de muertos, Bukar señaló que la cifra de fallecidos podría superar los 2.000. Amnistía Internacional, que también se teme lo peor, subrayó que se trataría de la mayor masacre de la historia de Boko Haram.

"El ataque a Baga y los pueblos de alrededor -señaló Daniel Eyre, investigador en Nigeria para la organización- parece ser el acto más mortal de Boko Haram en un catálogo de ataques cada vez más atroces. Si las informaciones de que la ciudad ha sido arrasada y que cientos o incluso 2.000 civiles han sido asesinados son ciertos, este hecho marca un antes y un después en la escalada sangrienta de Boko Haram contra la población civil".

Desde los últimos días del 2014 hasta el pasado día 3, la orilla nigeriana del lago Chad se convirtió en una ratonera. En una primera acometida, guerrilleros de Boko Haram montados en decenas de vehículos entraron por el norte, oeste y sur de la ciudad de Baga, y se hicieron con el control de una base militar a las afueras de la localidad. Ese primer día, murieron unas cien personas. En los días posteriores, la banda radical, cuyo nombre en hausa se traduce como "la educación occidental es pecado", arrasó la ciudad de Baga y otras quince aldeas vecinas. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) alertó de que 7.300 personas han llegado en los últimos diez días a la orilla chadiana del lago. Al sentirse acorralados por Boko Haram, miles de personas huyeron en barcas o canoas en dirección a Chad. No todos llegaron al otro lado. Además de un número imposible de determinar de ahogados (varios refugiados explican cómo vieron desaparecer en el agua a decenas de personas que trataban de huir), el Gobierno de Chad advirtió que unas mil personas se encuentran atrapadas en la isla de Kangala, en mitad del lago. Según Acnur, en los últimos cinco años, la guerra entre el gobierno y la banda yihadista ha provocado 135.000 refugiados y 850.000 desplazados.

El raid mortal de los últimos días cierra el año más mortífero de la secta religiosa, que en un principio nació como un grupo de jóvenes descontentos ante los abusos del Gobierno y derivó en milicia yihadista. Según el Nigerian Security Network, el grupo mató en el 2014 a 9.000 personas y secuestró a varios centenares, entre ellos las más de 200 niñas de Chibok.

La espiral de terror de Boko Haram entronca con un cambio de táctica. En agosto, su lunático líder, Abubakar Shekau, anunció que el objetivo de la banda ya no era sólo derrocar al Gobierno de Goodluck Jonathan -hay elecciones presidenciales en febrero- sino también establecer un califato islámico a semejanza del del Estado Islámico en Siria e Iraq. En los últimos meses, la banda ha usado el terror para capturar más de dos docenas de poblaciones del nordeste de Nigeria y ahora controla las tres fronteras de la provincia de Borno con Níger, Chad y Camerún. Según varios especialistas, la banda busca recrear el imperio Kanem-Bornu, una dinastía islámica que dominó una extensa región transfronteriza entre los siglos XI y XIX. En esta lógica se colocarían los últimos ataques de la banda en territorio camerunés o nigeriano.

Más allá de sus aspiraciones de aromas históricos, el grupo radical se alimenta de la extrema pobreza y analfabetismo en el norte de Nigeria. Pese a que el país es la primera economía del continente por delante de Sudáfrica, más de 100 millones de nigerianos viven en la pobreza y 10 millones de niños no van a la escuela. Entre matanza y matanza, Boko Haram se frota las manos.

10-I-15, X. Aldekoa, lavanguardia