España cañí -206: los españoles, los mayores cazadores de leones

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Cecil era un león con nombre que constituía la principal atracción turística del parque nacional de Hwange, en Zimbabue. Tenía trece años, era de enorme tamaño y convivía perfectamente con los vehículos de los safaris fotográficos. Como ha contado este diario, Cecil fue atraído mediante cebos fuera del perímetro del recinto protegido, fue herido con una flecha y fue rematado dos días después con un rifle para cortar su cabeza como trofeo. La policía ha detenido a dos personas que participaron en la cacería, pero sigue buscando al ciudadano español que al parecer ha pagado 40.000 euros para poder llevarse la testa de la fiera.

La caza de leones está autorizada en algunas regiones africanas donde existe sobrepoblación, previo pago de una cantidad importante de dinero. Sin embargo, resulta curioso que España sea el primer país de Europa y el segundo del mundo, después de Estados Unidos, cuyos cazadores han abatido más ejemplares: 434 en cuatro años. Así que en España existe tanta afición a su caza como poderío económico para poder permitirse semejante aventura.

A los que crecimos con la serie Daktari, cuyo león estrábico protagonizaba continuos incidentes en un centro de estudios del comportamiento animal en África, nos cuesta pensar que despanzurrarlos constituya un placer. El caso de Cecil no tiene tanto que ver con la caza como con su carácter furtivo. Seguramente eso comportó una descarga adicional de adrenalina. Será interesante saber el nombre de quien cometió la fechoría, pero aún más conocer sus íntimas razones.

28-VII-15, M. Carol, lavanguardia

La trágica cacería del león Cecil, el más famoso y fotografiado de Zimbabwe, a manos de un cazador español ha conmocionado a la opinión pública; pero esta práctica no es extraña o atípica. España es el segundo país del mundo y el primero de Europa en importación de trofeos de león de África, según los datos de la organización Lion Aid, a partir de informaciones del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (Cites). Clientes españoles activan este mercado de los safaris.

Entre los años 2008 y 2012, España importó desde África 434 trofeos de león (normalmente cabezas, pero también pieles), una cifra muy superior a la de Rusia (216), Francia (206), Alemania (142) o Noruega (123). EE.UU. es el líder mundial, con 3.166 cabezas en ese mismo periodo.

La organización Chelui4lions, una oenegé que colabora en la protección del león, ha expresado su sorpresa por estos datos, para los que no hay una explicación clara. Sorprenden los datos, porque, aunque España tiene una gran tradición de caza, también la tienen otros países europeos que quedan por debajo en este ranking. ¿Es este el último y desconocido símbolo de un periodo histórico de riqueza para algunos?, ¿una demostración más de una ostentación con arraigo?

"No podíamos imaginar que la locura de algunos españoles ricos por querer ir a matar leones a África podía llegar tan lejos. Hay muchos ricos en España que no saben qué hacer con su dinero", declaró a este diario Luis Muñoz, portavoz de Chelui4lions. Otras voces atribuyen este fenómeno a la menor sensibilidad hacia la protección de los animales.

Otro dato revelador: el 82% de los trofeos proceden de Sudáfrica, concretamente de los leones abatidos en lo que se llama caza enlatada, una práctica legal de este país y que consiste en criar animales en cautividad para luego ser liberados en campos vallados, en donde caerán víctimas de las gestas de estos cazadores intrépidos de trofeos. Sudáfrica ingresa cada año 10 millones de dólares por este comercio.

Muchas ventajas explican este éxito. Es una caza asequible, pues hay una 99% de probabilidades de que la persecución se cobre su ansiada pieza (frente al riesgo de regresar con las manos vacías en la caza en libertad); los animales criados en cautividad exhiben grandes melenas. Y, además, pueden costar entre 20.000 y 35.000 dólares mientras que los salvajes cuadriplican ese coste. Los organizadores de esta modalidad sostienen que los leones nacidos para morir contribuyen a su conservación y a mantener protegidas vastas extensiones de las que se benefician otras especies y quitan presión a las poblaciones salvajes. En cambio, los grupos conservacionistas sostienen que no se cumplen las normas de la "ética" de caza y que se desvirtúa la comprensión de la vida salvaje.

Las importaciones del trofeo requiere un certificado Cites, aunque pueden suspenderse si se demuestra que tienen un efecto negativo para la conservación. La UE suspendió las importaciones de Benin, Burkina Faso, Camerún y Etiopía; pero juzga que son sostenibles las de Namibia, Sudáfrica, Tanzania y Zimbabue. En cambio, las de la República Centroafricana, Mozambique, Sudán del Sur y Zambia se analizan individualmente, caso a caso.

28-VII-15, M. Carol, lavanguardia