"Mosquito tigre", Ramon Aymerich

Fue observado por primera vez en Sant Cugat, en el 2004. Once años después ha llegado a Málaga. El mosquito tigre es una entre las muchas especies invasoras que llegan a la Península -como el caracol manzana o el cangrejo americano-. Pero se hace notar más. Primero porque suele causar picaduras bastante más dolorosas que las que provocan sus parientes locales. Y segundo, porque es portador de enfermedades exóticas e infecciosas.

Pero lo que hace verdaderamente fascinante al mosquito tigre es la habilidad que muestra para detectar dónde está la actividad económica y cuál es su dinámica. Es lo que podríamos deducir de lo que explica la gente del CSIC, que ha estudiado el bicho. Porque, no crean, el mosquito tigre no lo tiene fácil para expandirse por el territorio. Un adulto de mosquito tigre, pobre, no se desplaza más allá de los 500 metros de radio a lo largo de toda su vida. Por ello ha tenido que aprender a hacer kilómetros. Suponen que escondiéndose en los camiones. En el transporte de mercancías. Con una especial predilección por los neumáticos, que le sirven de refugio y escondrijo.

Se calcula que el primer mosquito tigre llegó a Sant Cugat a través de algún vehículo procedente del puerto de Barcelona. Y con mucha probabilidad, también, de algún cargamento llegado de China. Sant Cugat es un nudo logístico, el punto donde se encuentran unas cuantas autopistas. Entre ellas, la A-7, la que atraviesa todo el litoral mediterráneo. Ahora el mosquito tigre ya pica en Portbou. Y también a Andalucía. No es que al animal no le gusten las tierras del interior (hacia Aragón desde Catalunya o hacia Castilla desde Valencia). Pero las probabilidades de expansión son bastante menores. Porque son tierras más frías. Pero sobre todo porque el tránsito de mercancías, de camiones, de neumáticos, también es mucho más bajo.

El mosquito tigre es un animal adaptativo. Aprovecha las oportunidades que el entorno le da para crecer y multiplicarse.

Ahora una historia de hombres. En 1961, una delegación del Banco Mundial se desplazó a Madrid para conocer las cuentas de la economía española. Las autoridades franquistas no estaban acostumbradas a que alguien de fuera metiera la nariz en los papeles. Pero tuvieron que aceptarlo para recibir los préstamos de la institución (ahora lo llamaríamos un rescate). El informe tenía que estar terminado en septiembre de 1961 pero el redactado definitivo (después de muchos borradores) no estuvo acabado hasta agosto de 1962. El Banco Mundial hacía una importante recomendación: había que construir una autopista en "la costa del Levante" para potenciar el corredor de más tráfico económico de la Península. El Gobierno español aceptó. Rompiendo, de esta manera, años de inercia y de no entender para qué sirve la política de transportes en una economía avanzada.

El mosquito tigre ha tardado sólo once años en colonizar el eje mediterráneo. Muchos menos de los que tardará el Estado en construir el corredor mediterráneo ferroviario. ¿Se juegan algo?

29-VIII-15, Ramon Aymerich, lavanguardia