tenemos una política (!) educativa (?) que garantiza la incompetencia del país por décadas

Xavier Melgarejo, pedagogo. Tengo 50 años. Soy de Barcelona. Soy psicólogo, pedagogo y docente. Estoy casado y tengo dos hijos, Pau (8) y David (6). ¿Política? Equidad, igualdad de oportunidades. Soy católico… y un poco luterano. Dejo testimonio del sistema educativo finlandés, por si pudiera ser útil.

Melgarejo, enfermo de cáncer, está contento: pase lo que pase, ha conseguido dejar bien explicado el sistema educativo finlandés en su libro "Gracias, Finlandia" (Plataforma). Ha estudiado a fondo la sociedad finlandesa y ha detectado el factor previo al sistema educativo que lo explicaría todo: el valor prioritario del ciudadano finlandés es “formarse a sí mismo”, y cada persona se hace dos preguntas: “¿qué he hecho con mi vida?” y “¿qué he hecho por mi comunidad?”. Satisfacer estas dos inquietudes los conduce a valorar de verdad la educación. “Nuestros hijos son bonos del Tesoro a 20 años”, dicen los finlandeses, que han hecho de la escuela su prioridad nacional. Aquí... no.

El mejor sistema educativo del mundo es...

El de Finlandia.

¿Quién lo dice?

Los informes de PISA, de la OCDE y de la Asociación Internacional de Educadores (IEA).

¿Cómo lo determinan?

Evalúan a alumnos de todos los países: los finlandeses destacan siempre en todo.

¿Explicación?

¡No puede ser casualidad! Algo hacen que los distingue...

¿Lo sabe usted?

Sí. He dedicado quince años a estudiar el caso, ¡y no es el frío!

¿El frío?

Se ha dicho que el clima frío les impele a estudiar. Pero Finlandia comparte clima con otros países… que no destacan tanto.

Entonces, ¿cuál es la clave?

Son tres: el valor de la lectura, el aprecio de la infancia y la preparación del profesorado.

Vamos por partes: la lectura.

Como luteranos, ¡hay que saber leer para salvar el alma! Si no lees la Biblia, te condenas.

¿Y no vale si te la lee otro?

No. Tienes que leerla por ti mismo.

En la católica España te la leía el cura y te la interpretaba, por si acaso.

En 1808, los finlandeses aceptaron jurar fidelidad al zar si les garantizaba escuelas que enseñasen a leer a los niños ciegos.

¿Y eso perdura?

Allí la lectura tiene un aura sagrada. No hay un solo analfabeto. Todo el mundo da suma importancia a la comprensión lectora.

Entendido... Vamos con la segunda clave: el aprecio de la infancia.

Lo dicen los finlandeses: “Nuestro tesoro nacional son nuestros niños”. Sus bonos de inversión son sus hijos. Y no es palabrería: invierten de verdad en ellos.

¿Por ejemplo?

La madre tiene doce meses de baja con sueldo, y dos meses el padre. Si eligen trabajar, el Estado les paga una cuidadora. Y la escolarización es gratuita, incluida la comida, con menús nutritivamente perfectos: los diseña el Consejo de Pediatría de Finlandia.

¿A qué edad se escolariza a los niños?

A los siete años. Esos años, madre e hijo tienen gratis hospital, análisis… Y el Estado paga a los padres durante esos siete años.

Por ser buenos padres.

Sí, pero en serio: viene a casa un asistente social para verificar que el dormitorio del niño esté en las mejores condiciones...

Y vamos con la tercera clave...

La formación del profesorado.

¿Qué tiene de especial?

¡Ser profesor de niños es el máximo honor allí! “Guardianes del tesoro”, llaman a los profesores. Todos anhelan ser profesores. Pero llegan sólo los mejores de los mejores.

¿Cómo los seleccionan?

Sólo los estudiantes con mejor currículum optan a ingresar en Magisterio.

¿Hay nota de corte?

Sí: la facultad de Magisterio sólo acepta a estudiantes con un 9,5 de nota media.

¡Altísima!

Sí, pero no basta. Pasan una reválida: los examinan de empatía, talentos artísticos… Y se matriculan sólo los mejores.

¿Empatía?

Habilidad para sintonizar con la sensibilidad infantil, calidez humana para los niños.

¿Y lo de los talentos artísticos?

Se valora que el profesor tenga sensibilidad estética, que sepa algo de música, dibujo, pintura… Para los finlandeses, el aprendizaje es bello: lo quieren envuelto en belleza.

¿Algún ejemplo?

He visto al profesor enseñar a los niños el abecedario tocándoles el piano, cantándolo todos juntos. ¡Y es emocionante! Y la emoción es la más eficaz vía de aprendizaje.

¿Por qué se les enseña a leer tan tarde?

Consideran que antes es innecesario. Eso sí, todos los dibujos animados están subtitulados en finés. Y, a partir de los siete años, familia y profesorado se implican a fondo.

¿Cuál es el resultado de todo esto?

Que con menos inversión que otros obtienen resultados excelentes. Los colegios dependen de los alcaldes: ¡saben que perderán las elecciones si no son modélicos!

¿Cuánto cobran los profesores?

Más o menos como aquí.

¿Podríamos aplicar aquí ese modelo?

Un olivo no crecería en Finlandia... Y su modelo no encontraría aquí el ecosistema sociocultural idóneo… Pero sí debería motivarnos alguna reflexión, al menos.

¿Y cuál es su reflexión?

La ley Wert hace hincapié en la “calidad”, ¡pero el 30% del alumnado abandona el sistema educativo! Es una tragedia nacional: así no hay calidad que valga. Y fracasará.

¿Sí?

Hay que consensuar las leyes, porque si no tienes a toda la sociedad pedaleando en una misma dirección, la ley se quedará quieta.

¿Cuál debería ser la prioridad?

Garantizar la equidad: que todos tengan las mismas facilidades y ventajas. El sistema educativo finlandés, excelente, no diferencia entre el hijo del obrero y el del jefe de la mayor multinacional: para todos está todo cubierto por igual.

26-XI-13, V-M. Amela, lacontra/lavanguardia